“Soy inocente”. Juan Guerra rompe su silencio 27 años después de la última ocasión en la que se enfrentó a los micrófonos. Lo ha hecho en el programa Acento Andaluz, presentado y dirigido por Fernando Pérez Monguió, en 7TV Andalucía.
“Yo no me arrepiento de nada”, sentencia Juan Guerra, quien añade que “no hice nada malo en absoluto”.
Guerra acaba de cumplir 80 años y confiesa que lo pasó “muy mal”. Señala a los medios de comunicación por “magnificar” el caso “porque era el hermano de Alfonso Guerra”. “Yo no significo nada. Quien significaba era él”, argumenta.
Hoy en día recuerda que “todos los hechos los tengo grabados” y que fueron “años terribles”, al ser acusado de “cosas inverosímiles”. Una de ellas, la que más le escoció, fue “que se me acusara de la muerte de mi mujer, de la madre de mis hijos”. “Fue desagradable”, dice.
Asegura que el ‘Caso Guerra’ empezó con un “recuadro de prensa” que repitió durante cuatro días un medio de comunicación y que posteriormente “copió” otros periódicos. Durante meses su nombre apareció en numerosas portadas.
Cree que fue una operación “de caza y no de captura”. Durante años tuvo el teléfono pinchado pese a que “no tenía nada que esconder”.
Confiesa que le apoyó “poca gente” pero que sí sintió el cariño de “amigos y familiares”, entre ellos el de su hermano, Alfonso, con quien “habla mucho”. En aquellos años ambos tenían “poca relación” porque “uno vivía en Sevilla y otro en Madrid”.
Recuerdos del pasado
“No le guarda rencor” al PSOE ni a la militancia socialista. “No tenía amigos del partido cuando estaba en el PSOE de Sevilla. Yo tenía mis funciones. No me dieron la espalda porque no tenía amigos”, comenta Guerra, quien reconoce que los compañeros del PSOE eran para él “extraños”. Con rotundidad dice que “el PSOE no me llamó en ningún momento”.
De quien no guarda un buen recuerdo es de la periodista Mercedes Milá, con quien mantuvo una acalorada entrevista. La propia Mercedes Milá, durante una entrevista en el programa Salvados, reconoció que “se equivocó” en la entrevista porque fue “más fiscal que periodista”. Para Guerra, Mercedes Milá “es una mala persona”.
Cuestionado sobre la mayor lección que ha aprendido durante los años en los que su nombre era portada en los periódicos y su caso era protagonista en el Congreso de los Diputados, Juan Guerra cree que “hay que seleccionar bien a las personas cuando le vas a encargar algo de importancia”.
Ahora, Guerra hace una vida “tranquila”, alejado del foco mediático y apoyado por su familia. Confiesa que “no hay comparación” entre su caso y otros de corrupción en los que se ha visto salpicado el PSOE a lo largo de las últimas décadas. Le parece “mal” que existan casos de corrupción y reitera que es y fue “inocente”.
El llamado ‘Caso Guerra’ estalló en un pleno municipal de Barbate a finales de los años 80 cuando Juan Guerra ocupaba un despacho oficial de la Delegación del Gobierno en Andalucía en calidad de asistente de su hermano, Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno de España. Su intermediación en un proyecto turístico de gran envergadura, Puerto de la Plata, que suponía una inversión inicial de 8.000 millones de pesetas. El caso se judicializó y se le acusó de los delitos de cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones. Solo fue condenado en 1995 por un delito fiscal y nunca pisó la cárcel. Del resto de acusaciones quedó absuelto.
Aún así, Alfonso Guerra dimitió en 1991, poco más de un año después desde que el caso viera la luz.
