De esta forma, la colección de la pinacoteca se amplía de las 155 piezas con las que se inauguró en octubre de 2003 –de ellas, 133 donadas por Christine Ruiz-Picasso y veintidós por su hijo Bernard– hasta las 233, después de la fusión en diciembre de las dos fundaciones que regían el Museo.
Las 72 piezas compradas al nieto de Picasso, entre ellas cuatro libros ilustrados, tienen un valor de casi 3,7 millones de euros, aunque Bernard, “haciendo gala de su generosidad”, ha aplicado “una reducción excepcional de 944.000 euros, más del 25%”, hasta los 2,75 millones, explicó en rueda de prensa la consejera andaluza de Cultura, Rosa Torres. A ello se suma la cesión temporal por 15 años de otras 43 obras “imposibles de adquirir en el mercado por su valor”, según Torres, ya que ésta era “la única fórmula por la que estas obras podían estar a disposición del público en el Museo Picasso”.
Este préstamo por 15 años, hasta 2023, coincide con el periodo en el que el Consejo de Gobierno andaluz ha autorizado a la Consejería de Cultura para financiar el Museo.
Bernard Ruiz-Picasso se mostró “muy feliz” por el hecho de que “se haya podido realizar esta compra de obras” y aseguró que, con la fusión de las dos fundaciones, el Museo Picasso “tiene capacidad para seguir trabajando”.
El nieto del artista transmitió asimismo la satisfacción de su madre, Christine, quien considera “que la fusión de las fundaciones no es el fin, sino el inicio de una etapa”, aseguró Bernard.
El director del Museo Picasso, José Lebrero, señaló que las nuevas obras “permiten ser más ágiles al responder a peticiones de préstamos” y por tanto facilitan una mayor “capacidad de dialogar con otros museos”, además de posibilitar un mejor conocimiento de la carrera del artista malagueño.
Citó piezas como Calle con coches (1897), Mujer joven en un café (1899) o Mujeres lavándose (1902-1903), que son “dibujos de juventud que dan cuenta del peso que en toda la trayectoria de Picasso tiene el sentimiento de origen” y que además ofrecen “un gesto empático con preocupaciones hacia los demás o una emoción de furia y violencia hacia la mujer”.
Mientras, Estudio de rostro (Cabeza de mujer) (1909-1910), Pareja con botella (1914), Mujer sentada en un sillón (1915) o Mujer con guitarra sentada en un sillón (1915) ayudan “a investigar mejor qué significó el cubismo para la historia de la imagen occidental (...), dijo Lebrero.