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La Alhambra florece

La indiscutible riqueza material de los palacios, fuentes, torres o yeserías de la Alhambra compite cada primavera

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La Alhambra florece.

La Alhambra florece.

La Alhambra florece.

La indiscutible riqueza material de los palacios, fuentes, torres o yeserías de la Alhambra compite cada primavera, sobre todo en el mes de mayo, con la belleza efímera pero contundente que suman al conjunto monumental más visitado de España las miles de flores repartidas en sus 655.000 metros visitables.

Este florecer primaveral coincide además en el tiempo con los buenos datos turísticos que está cosechando el recinto, cuyas cifras de visitantes -que se marchitaron por obvias razones durante la pandemia- están regresando progresivamente a los niveles previos a la Covid-19.

Especialmente exuberantes se manifiestan estos días las rosas, que aportan colores, olores y suaves fragancias en icónicos espacios ajardinados de zonas como El Partal y el Generalife, donde conviven con llamativos sonidos de algunas ranas croando o el canto de los pájaros.

Escritores como Washington Irving y sus célebres "Cuentos de la Alhambra", con uno de sus capítulos dedicado a la "Leyenda de la rosa", o la copla "La rosa y el viento", inmortalizada por artistas como Concha Piquer o Rocío Jurado, evidencian el protagonismo que estas flores han tenido durante la historia del monumento.

Pero más allá de los rosales, el cortejo florístico del recinto está integrado por un extenso patrimonio de herbáceas, árboles y arbustos, algunos anuales, unos perennes y otros hemicriptófitos, según han explicado a EFE los responsables de su cuidado en el Patronato público que lo gestiona.

De acuerdo a su último inventario, la Alhambra cuenta con 673 especies, 114 de árboles, 248 de arbustos y 311 de herbáceas, con la presencia entre todas ellas de 32 que están amenazadas, a las que se dedica un minucioso proceso de seguimiento para conservar y mantener sus cualidades y valores identitarios.

Este componente vegetal, de carácter cambiante y temporal, goza así de un papel preponderante y aporta elementos de decoración, sofisticación o simbolismo a largo de un territorio ajardinado que se extiende en cerca de doce hectáreas.

La directora del Patronato de la Alhambra, Rocío Díaz, ha destacado a EFE que el conjunto monumental represente un valioso paisaje cultural, una gran unidad ambiental compuesta por distintos ecosistemas, capaz de albergar una rica y variada biodiversidad.

"La naturaleza cohesiona valores como el patrimonio cultural, el paisaje, el agua o la biodiversidad, creando una simbiosis perfecta entre ellos y haciendo patente la necesidad de llevar a cabo una propuesta integral de protección, conservación y uso racional", ha asegurado Díaz, para quien un ecosistema saludable, como el existente en el conjunto, "devuelve grandes beneficios".

El origen de los jardines se remonta al legado cultural de Al-Ándalus, aunque en la actualidad son el resultado de la superposición de diversos periodos históricos que han ido dejando su semilla sobre el monumento a lo largo de los siglos.

En los jardines históricos del interior del conjunto, se busca una correcta conservación o restauración para lograr la mejor salud fisiológica y su adecuación en función de la tipología y el elemento arquitectónico que acompañan, con el objetivo de potenciar y maximizar su belleza para disfrute del visitante.

Solo en las instalaciones del propio Patronato de la Alhambra y Generalife se llegan a producir más de 90.000 ejemplares de planta propia, que son colocados en los parterres en las distintas temporadas, y que se completan con algunas plantas adquiridas en viveros comerciales.

Una plantilla de cuarenta jardineros y un jefe de servicio, una bióloga, asesora botánica y del manejo agroecológico de los jardines, y una ingeniera de Montes, coordinadora del servicio, integran la gestión de planta en los jardines del interior.

Allí la biodiversidad es muy rica, una auténtica fuente de servicios ambientales, que se gestiona como un conjunto de ecosistemas, integrados por jardines, huertas, bosques, zonas verdes de transición o elementos acuáticos.

En todos ellos se busca un equilibrio que está siempre supeditado a la conservación y visualización del patrimonio arquitectónico, al intenso nivel de uso y manejo -con elevado número de visitas-, y al cambio global.

"Nuestro trabajo está basado en el conocimiento, el mimo y el cariño a las plantas y el amor por el entorno. Ahora es muy buen momento para hacer una visita por la explosión de colores, olores y vitalidad que nos muestran las plantas que, junto con la luz, hace que el conjunto monumental goce de todo su esplendor", ha destacado a EFE Antonio Ángel Salido, orgulloso jardinero mayor de este pequeño gran reino floral. 

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