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Xerez CD: 75 años de alegrías, zozobras y sentimientos

Sí, con 75 años y ahí está el tío... dispuesto, a pesar de los pesares, a seguir haciendo historia de Jerez. Muchas felicidades Xerez CD

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La camiseta del 75 aniversario

No soy de guardar casi nada, pero, porque así lo quisieron mis compañeros de Publicaciones del Sur, tengo enmarcada en un lugar destacado de mi casa la crónica del ascenso del Xerez Club Deportivo a Primera, una crónica que, me recordaba Mallou el hombre sobre el que gira el grupo periodístico, que entendían en la empresa que no iba a escribir, porque tres días antes mi padre, el que me enseñó a querer al equipo, había dicho adiós cuando hora y otra estaba solo pensando en ese día de San Antonio donde todo Jerez, comenzando por la clase política sin distingos de partidos, se sentía xerecista aunque, algunos, ni siquiera sabían que el balón era redondo. Aquellas líneas, si se hubiesen escrito en máquina de escribir, jamás hubiesen visto la luz porque se escribieron entre lágrimas imposibles de reprimir y de hecho titulé la crónica "y lágrimas azules cayeron del cielo".

Esas lágrimas que derramé, justo al lado de mi padre, en lo más alto de Fondo Norte de Domecq cuando el isleño Antonio Alias, a puerta vacía, tras el rechace del portero a un disparo de Canario, conseguía el 3-1 ante el Salamanca y metía a la entidad en Segunda División. Vivía mi primer ascenso como aficionado. Tenía once años, pero ya llevaba varios de fútbol porque con apenas 5 iba por Santo Domingo, llamado también por aquel entonces el "callejón de los muertos", para ver jugar a los Balier, que luego estuvo en el Industrial, Padrón o Mauri aunque, para ser sincero, mis recuerdos más claros los tengo de aquel conjunto plagado de jerezanos -aquí no hacía falta que llegase la SAD porque nunca ha habido una peseta, ahora euros- donde jugaban Carreño, novio, luego esposo, de una vecina mía en la calle Fontana, y también Chicha, Corchero, Santana, Guti, Moreno, Antonio Martínez Beas, el actual abonado número 1, Antoñito Vega, Santantón, Doña o el portero Benítez.

Eran años de deambular por Tercera, entonces tercera categoría real, en busca del ascenso que no llegaba porque en Almendralejo el Extremadura marcó un gol que entró por el lateral de la red y el árbitro lo concedió y al otro año un colegiado llamado Sánchez Ibáñez, no se me ha olvidado jamás su nombre, le "robó" el partido y el ascenso al Xerez haciendo perder los nervios del entonces alcalde, Miguel Primo de Rivera, que se lanzó al campo a pedirle explicaciones. El Rayo ascendió y el árbitro, decían las malas lenguas de entonces, se fue "calentito" para su tierra. En el 67 llegó al ascenso tras eliminar en tres partidos al Orense, aún no se aplicaba el gallego al nombre, que había llegado invicto a la fase final, y al ya mencionado Salamanca. La presencia en Segunda, con una reestructuración de por medio, fue efímera.

Otra vez en Tercera y en la 70/71 ese ascenso de Badajoz, en el Vivero y con seis mil jerezanos en las gradas, que devolvió la alegría a la afición. Y allí, en tierras pacenses, estaba yo abrazándome a mi padre tras el gol de Paco Zárate. Ascenso y nuevo descenso y, quién me lo iba a decir nadie cuando celebraba mi segundo ascenso como aficionado, que todo lo que me iba a tocar de vivir con el Xerez lo iba a hacer ya como periodista, haciendo de mi vocación desde chico mi profesión para siempre. De ver a los jugadores en La Granja Soler, donde paraba mi padre y me llevaba porque allí también se tomaban la copa los jugadores azulinos, a entrevistarlos, a verlos entrenar y a buscar la noticia en su alrededor. De estar los veranos esperando, en casa de mi abuela en Vejer, la carta de mi padre donde me explicaba los movimientos en la plantilla, a ser yo el que buscaba la novedad llamando a José Luis Riera, un señor que era dentro y fuera del mundo del fútbol, que fue el primer secretario técnico, que eso de director deportivo llegaría más tarde, con el que me tocó trabajar.

Seguían siendo años de Tercera hasta esa 1976/77 en que una reestructuración establecía la categoría de Segunda B. Miren por donde ese ascenso, o como se le quiera llamar, a Segunda B lo viví desde Gamarra, en Vitoria, vestido de caqui, haciendo la mili. Y aquel domingo del decisivo Xerez-Jerez Industrial para el acceso a la nueva división me lo pasé sentado en el patio del campamento, allí realicé todo el Servicio Militar, delante de la cabina de teléfono y mirando el reloj para ver el momento de echar dos duros y contactar con mi padre para que me diese ese resultado de 4-2 que metía a los de Negrillo en Segunda B.

Vuelta al trabajo, ya no en Bizcocheros sino en Angustias, y muchas historias, el ascenso ante el Násctic con dos goles del camero Eloy, un futbolista extraordinario, el nuevo descenso, el cierre de La Voz del Sur en 1984, el gol de Poyatos ante el Ceuta, el carnet de socio para ver los partidos, mientras estaba en el Gabinete de Prensa de Gobernación, aquel descenso salvado por la Federación con otra reestructuración, cinco años consecutivos en Segunda, la corresponsalía deportiva de ABC de Sevilla, el nuevo descenso, la llamada de Información Jerez, la excedencia de la Junta de Andalucía para volver a mis orígenes profesionales, la travesía del desierto por Segunda B, la presidencia de Pacheco, el trabajo de Orúe y el ascenso a Segunda con gente de la casa, el nuevo descenso, la venta de las acciones, por decirlo de alguna manera, a Oliver y...ya lo que resta por contar lo sabe el amable lector que ha sido capaz de llegar hasta aquí.

Primera Division, el descenso a Segunda, la impaciencia por volver a la gloria, el descenso de Segunda, Tebas y los que ustedes quieran, el fango de la Regional, el gol de Juanma Marchante en La Canaleja a la luz casi de las velas, el salto a División de Honor, el empate en Lora con el tanto de Juanito Benítez y en Tercera, sí, con 75 años y ahí está el tío... dispuesto, a pesar de los pesares, a seguir haciendo historia de Jerez. Muchas felicidades Xerez CD. Mi abrazo y el de mi padre, mi madre, mi suegro, el que pintaba el campo de Domecq y llevaba los bares, mi suegra y mis cuñados Santi, Julio y Pepe, que desde allí arriba se sentirán felices de este cumpleaños al que has llegado lleno de vida a pesar de los mucho que has padecido.

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