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Curioso Empedernido

Me gustaría saber...

Entre la fantasía y la ciencia ficción, desearíamos averiguar cómo va a ser nuestro futuro, y qué certezas e incertidumbres nos depara

  • Juan Antonio Palacios. -

En los tiempos del desarrollo tecnológico y la Inteligencia artificial, estamos deseosos de saber muchas de las cosas que hasta ayer ignorábamos, y que todavía continúan siendo una incógnita en nuestras vidas. Entre la fantasía y la ciencia ficción, desearíamos averiguar cómo va a ser nuestro futuro, y qué certezas e incertidumbres nos depara.

Sería saludable imaginar en que cambiaran nuestras miradas sobre la realidad, qué aventuras nos esperan y cuales serán los rostros del placer y nuestros disgustos. Como disfrutaremos multisensorialmente de todo lo que nos rodea y descubriremos la belleza en las pequeñas cosas y la rebeldía de las causas justas.

Seguro que a casi todos nos gustaría saber el tiempo y el lugar en el que todo sucede, escuchar bien y con atención lo que los demás dicen, distinguiendo los deseos, de los caprichos y los derechos., utilizando nuestro talento y esfuerzo para saber ser críticos y autocríticos.

Me gustaría saber que en el horizonte de nuestros espacios y tiempos mantuviéramos vivas nuestras esperanzas, de un mundo de colores y donde se crea el buen gusto de escenas de afecto y sin fronteras.. Los adelantos que vamos logrando gracias, entre otros, a la inteligencia artificial, piden una moratoria y como dicen los expertos una pausa de “al menos seis meses” para analizar sus efectos colaterales.

Ya hay más de mil expertos que piden recapacitar sobre las posibles consecuencias. Ya incluso hoy intuimos que la falta de control del ChatGPT podrían usarse para destruir empleo y difundir desinformación. Por ello, reclaman un desarrollo seguro y solo así sus efectos serán positivos.

Si es capaz esta inteligencia artificial de crear textos, imágenes o música a partir de una serie de instrucciones, generará una situación muy peligrosa, capaz no solo de competir con los humanos en un creciente número de tareas y que nos llevaría a cuestionar el papel del ser humano.

Nos gustaría saber si nuestras expectativas sobre los distintos aspectos de nuestras vidas se van a cumplir o vamos a ver frustradas que nuestras esperanzas se hagan realidad, y aunque viajemos mucho, pero generalmente viajamos mal.

Viajar exige preparación y dedicación, y es frecuente que hagamos visitas culturales a muchas ciudades sin organización de ninguna clase, que los recorramos en la mayoría de las ocasiones a velocidad de vértigo y deseando saber todo lo que nos puede ocurrir en los próximos minutos.

Pasar por el mundo exige que el mundo pase por nosotros, y esto requiere tiempo y una buena herramienta, nuestros pies y unas despejadas ventanas, nuestros sentidos, para encontrar lo más característico, lo más bello, lo más auténtico, huyendo de las rápidas y mecánicas explicaciones en la que se dan una serie de datos históricos y arquitectónicos que buscan asombrar al auditorio.

Lo triste es cuando nuestro viaje se convierte en una huida. Huir de los vecinos, de la familia, del hogar, del barrio, del trabajo, de los compañeros, de los amigos, de nosotros mismos, eludiendo nuestra responsabilidad frente al trozo de historia que nos ha tocado en la rifa.

Cuando cambiamos de escenario y ponemos tierra de por medio, tomamos distancia, somos como el pintor que se aleja unos pasos de su cuadro para contemplar el lienzo y que le gustaría saber que está comunicando a la gente. En definitiva estamos en una búsqueda en la que vamos descubriendo lo que hay detrás de lo que nos rodea.

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