El Museo de Bellas Artes de Córdoba expone desde este miércoles veinticuatro obras de Bartolomé Maura y Montaner (Palma de Mallorca, 1844- Madrid, 1926), el impulsor de la técnica del aguafuerte en el grabado de interpretación de pinturas frente a los defensores del grabado clásico a buril, ante los que acabó imponiéndose.
"Bartolomé Maura fue un grabador de gran prestigio en su momento, dedicó su vida entera al grabado haciendo series tan importantes como las de obras maestras de pintores españoles o retratos de personajes de su época", ha dicho a EFE José María Domenech, director de la pinacoteca cordobesa, donde estará abierta la exposición temporal hasta el 1 de octubre.
Maura, al que Domenech califica como "el mejor grabador de su época", fue desde 1872 hasta 1893 administrador de la Calcografía Nacional, cargo que abandonó tras ganar la oposición de director artístico de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, accediendo después al puesto de grabador jefe del Banco de España, según recoge la referencia de la muestra.
GRABADOS DE DISTINTAS PROCEDENCIA
Los veinticuatro grabados que se exponen pertenecen al fondo del Museo de Bellas Artes de Córdoba, catorce de ellos proceden de la compra por parte del Ministerio de Instrucción Pública a Calcografía Nacional-Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a principios del siglo XIX; seis de la donación de Enrique Romero de Torres, realizada en 1906; dos se encuentran en la Colección Avilés, que entró en la pinacoteca por cesión de Ángel Avilés en 1922; y otros dos pertenecen a la Colección Romero de Torres, que la Junta de Andalucía adquirió a la última heredera de la estirpe de pintores y artistas en 1988.
La obra total de Maura, que se tiene como el grabador de interpretación español por excelencia, como activo ilustrador de libros y diseñador de diplomas, billetes, sellos y medallas, y uno de los mejores intérpretes y difusores de la pintura española, se calcula que supera las 350 piezas.
Domenech ha concretado que en la exposición, abierta hoy por el delegado territorial de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba, Eduardo Lucena, se presentan dos líneas de grabados de Bartolomé Maura, una de obras maestras de la pintura española, donde el autor copia pinturas singulares de Velázquez, Goya o Murillo, e "incluso de sus contemporáneos, como Pradilla", y después, "también de retratos de personajes ilustres de su época, en una serie de los ministros de instrucción pública, de gente que había mirado por la cultura y de otro próceres, como Juan Valera".
'La rendición de la plaza de Breda' (Las lanzas), 'Retrato de Felipe IV', 'Retrato de un enano' y 'Una fábrica de tapices' (Las hilanderas), de Velázquez; 'Retrato de D. Fernando de Austria', de Anton van Dyck; 'La familia de Carlos IV', de Goya; y 'Presentación de don Juan de Austria ante Carlos V en Yuste', de Eduardo Rosales, son algunos de los grabados con reproducciones de pinturas singulares que se muestran en la exposición.
Estos dos últimos presentan la singularidad de que, junto a la reproducción de la obra, Maura y Montaner incorpora en el lateral izquierdo una imagen del busto de los pintores.
Junto a Juan Valera, los grabados de Maura muestran a personajes como Manuel Silvela, la reina María Cristina, Velázquez, el Duque de Rivas o la del propio Ángel Avilés, uno de los donantes de los grabados al Bellas Artes de Córdoba, que aparece como director general de Instrucción Pública, al igual que Valera.
FORMACIÓN EN MADRID
Bartolomé Maura, descendiente del pintor y grabador en talla dulce Juan Montaner y Cladera y hermano del político Antonio Maura, comenzó su formación en la Academia Provincial de Bellas Artes de Baleares en 1861, para afincarse en 1868 como alumno de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, donde tuvo como maestros a Federico de Madrazo y Carlos Luis de Ribera.
Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1899 y teórico de la Sociedad de Artistas, junto a otros autores trabajó, a partir de 1874, en la publicación 'El grabador al aguafuerte', participando activamente en el debate que a finales del siglo XIX se suscitó en el seno de la Academia sobre la técnica del aguafuerte en el grabado de interpretación de pinturas, en la que se impuso sus postulados frente a los de los defensores del grabado clásico a buril.
Su obra recibió numerosos galardones durante el último tercio del siglo XIX, como la mención honorífica en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid en 1862 y 1864; ganador del Concurso Nacional para grabar la pintura de 'Las Lanzas' de Velázquez en 1872; y medalla de arte en la Exposición Universal de Viena de 1873 con el grabado 'Las hilanderas', de Velázquez, y medalla de arte en la Universal de Filadelfia de 1876.
También recibió destacados títulos honoríficos, como el de Caballero de la Real Orden de Carlos III en 1877, Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica en 1883 y la Orden Civil de Alfonso XII en 1902.