El octavo encierro estuvo caracterizado por la resistencia demostrada por este rezagado, un toro colorado de nombre Gavioto, que, desde el comienzo de Estafeta, creó problemas hasta quedar completamente solo en el
último tramo.
Tras los tres cánticos en los que los mozos piden la protección del santo y el lanzamiento del cohete, se abrieron a las ocho en punto el portalón de los corrales de Santo Domingo. La cuesta de Santo Domingo la recorrieron los animales hermanados y sin prestar atención a los mozos, aunque ya aquí se registraron las primeras caídas propias de la velocidad que llevan los toros en este tramo.
Un toro se adelantó al llegar a la plaza del Ayuntamiento, donde la manada se estiró más y uno de los jandilla entró en Mercaderes derrotando hacia el vallado de la derecha y volteó a uno de los mozos justo antes de llegar a la curva de la Estafeta.
En este lugar se cayeron tres de los astados, entre ellos Gavioto, lo que hizo que la manada se estirara y permitió a los mozos acercarse a las astas de esta ganadería extremeña, asiduos a los sanfermines, con fama de peligrosos, y uno de ellos responsable de la muerte el año pasado del corredor madrileño Daniel Jimeno.
Fue al final de Estafeta donde el colorado volvió a resbalar y dejó tras de sí a varios mozos heridos, uno de ellos por asta.
Mientras sus hermanos entraban en la plaza, este morlaco permaneció solo durante más de un minuto. Finalmente, Gavioto se arrancó y dejó tendido en el suelo a un mozo.
Con dificultad, a golpe de capote, los dobladores consiguieron finalmente llevarlo a chiqueros.
Fuentes asistenciales precisaron que fueron inicialmente cinco los corredores que fueron trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra, dos con heridas por asta, uno con un puntazo y dos con traumatismos.