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Lo que queda del día

Agosto, y todo lo demás también

Tal vez todo se reduzca a tener lo que nos merecemos: una conclusión a la que debería llegar el PP antes que todos los demás

Publicado: 19/08/2023 ·
12:35
· Actualizado: 19/08/2023 · 16:15
  • Daniel Sancho, escoltado por la policía, camino de los juzgados. -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Agosto se ha convertido en un mes de lo más antipático, sobre todo si te encuentras atrapado en pleno meollo turístico. Tanta cuenta atrás desde el 1 de septiembre -como la del Domingo de Ramos de todo cofrade- para esto: calles y playas abarrotadas, terrazas saturadas, los precios por las nubes, atascos... No sé si es lo más parecido a “morir de fama”, pero por ahora es una muerte efímera, si se tiene en cuenta que el modelo sigue sin perecer en muchos de los rincones que anhelamos visitar cada verano, y la provincia se ha convertido en uno de ellos.      

Tampoco es cuestión de dinamitar las expectativas económicas de un sector y una “industria” que, a falta de planes de empleo, mayor apoyo institucional y un verdadero compromiso político, ha sido el principal sostén sociolaboral desde el que lidiar con el desastre de dos crisis en apenas una década, la del ladrillo y la del Covid, pero, ya que se trata de “modelos”, conviene no imitar los que han derivado en postal caduca o “serie B”, y encontramos algún ejemplo en la próxima Costa del Sol como para tener presente que conceptos como los de “exclusividad” o “sostenibilidad” quedan muy bonitos en los discursos, pero corren el riesgo de quedarse en meras aspiraciones, como los finales felices de los cuentos.

Este agosto aborrecible, porque ya solo pueden viajar por placer quienes pueden elegir otro mes del año -es decir, ricos o jubilados-, lo es asimismo por sus constantes vitales, lo que sitúan en un nuevo plano de “genialidad”, más maquiavélica que diabólica, a Pedro Sánchez, que no solo tuvo en cuenta la fecha de convocatoria de elecciones, sino que la negociación para la formación de gobierno iba a tener lugar en pleno mes de vacaciones, con media España mirando el ritmo de las olas que viene y van y la otra mitad pendiente de la crónica de sucesos: en agosto fue el terrible accidente del vuelo 5022 de Spanair, en agosto fue cuando se produjo la crisis de la listeriosis y este agosto tenemos a medio país atento a las vicisitudes del caso de Daniel Sancho, mientras mira de reojo a los incendios de Tenerife.

Que lo del nieto de Curro Jiménez abra los telediarios en plena negociación de la constitución del Congreso dice mucho no solo de la “potra” de Sánchez -no le ha hecho falta ni que el Madrid fiche a Mbappé-, sino del propio espíritu del país en el que vivimos, contagiado por las estupideces que se dicen desde determinados púlpitos, algunas de ellas como provocadas por una especie de orgasmo -debe serlo para quien impone sus deseos desde la dominación de una imprescindible cuota minoritaria-. Definitivamente, el presidente en funciones va a terminar por arrebatarle a Pedro Pacheco el calificativo de “inmatable” que le dedicó en su día -Those were the days- Paco González Cabaña, aunque sigamos sin saber el precio, ni los recovecos legales o de prestidigitador de los que hará uso para mantener el “título”.

Tal vez todo se reduzca a tener lo que nos merecemos: una conclusión a la que debería llegar el PP antes que todos los demás; entre otras cosas porque “todos los demás” estamos ahora más preocupados por las cosas de comer. Lo del litro de aceite a 8,50 euros, el de diésel por encima de 1,8, el alza de los alquileres, y el creciente temor a que todo sea irreversible -como cuando el “todo a cien” pasó a convertirse en “todo a un euro”-, están por encima de cualquier otra distracción, incluidas las exigencias del insoportable y despreciable inquilino de Waterloo.

En realidad es así desde hace mucho tiempo. Me acaban de regalar, procedente de un anticuario, un ejemplar de El arte del periodista, editado en 1906 dentro de la colección Manuales Soler, en el que Rafael Mainar aconseja a los futuros periodistas a que “si se habla de política, se ha de tener en cuenta el escepticismo del público, lo que le impone ser escéptico”. Lo escribe después de hablar de los “diarios de partidos cebados con fondos de reptiles”. Han pasado casi 120 años. Hay cosas que siguen sin cambiar. Agosto lo ha hecho a peor.

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