La investigación sobre la muerte de la joven nicaragüense Erika Vanessa Reyes en Utrera (Sevilla) el pasado 30 de julio apunta a que fue un “atroz asesinato machista” y no descarta el móvil añadido del robo, dado que el presunto asesino llevaba encima unos 1.500 euros y 1.000 dólares americanos, que podrían pertenecer a la víctima.
En conferencia de prensa, acompañado por la hermana de la fallecida, Ana Maryuri, y la pareja, Cristóbal, el abogado de la familia, José Antonio Sires, ha informado de que en el sumario, de unos 500 folios, se refleja que la joven sufrió varios golpes en la parte posterior de la cabeza “sin posibilidad de defenderse”, siendo golpeada más de diez veces hasta su muerte presuntamente por su marido.
Todo ello, “movido por los celos porque ella no quería ser su pareja sentimental y mantenía una relación con otro hombre”, de modo que “acabó con su vida de forma premeditada y violenta” entre las 9.00 y las 12.00 del 30 de julio, aunque su cuerpo no fue descubierto hasta la madrugada siguiente, cuando la hermana acudió a la vivienda extrañada por no saber nada de ella desde el día anterior.
José Antonio Sires ha explicado que, por el momento, no se ha encontrado el arma usada para este crimen, aunque ha restado importancia a este hecho “dada la gran cantidad de pruebas intimidatorias que hay en su contra”.
Ha indicado que la muerte se produjo “posiblemente con un martillo o una herramienta contundente”, y ha detallado que el detenido, el marido de la joven, que está en prisión preventiva, “presentaba un mordisco en el brazo izquierdo", que se intenta dilucidar si se lo hizo Erika al defenderse.
El letrado ha desvelado que el detenido llevaba encima un billete de avión solo de ida para Turín, con el fin de viajar el 1 de agosto a las 7.00 de la mañana, además de que “era muy activo en redes sociales y dio de baja todos sus perfiles de forma inmediata”.
Además, llevaba con él una bolsa con una camiseta ensangrentada, que se intenta aclarar si era de la víctima, y unos 1.500 euros y 1.000 dólares americanos en efectivo, que se sospecha que eran de Erika, ya que estaba abierta la caja fuerte de la joven cuando fue descubierto el cuerpo.
Ha señalado también que la joven había dado un ultimátum al presunto asesino para que antes del 5 de agosto tenía que abandonar la habitación en la que convivía con ella, aunque no de forma habitual.
Ana Maryuri ha agradecido el apoyo recibido desde el día de los hechos, “no solo de nicaragüenses, sino por todos los latinoamericanos, el pueblo de Utrera, el Ayuntamiento y muchas personas a título personal”.