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Sábado 11/05/2024  

Sevilla

Mamacruz, algo más que la búsqueda de un orgasmo

La película de Patricia Ortega protagoniza la reapertura de un Cine Cervantes con lleno absoluto

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  • El público acogió con aplausos esta tragicomedia de tintes costumbristas que indaga en la sexualidad en la madurez
  • Amable y a la vez dura, refleja los conflictos íntimos de una mujer que había tenido en la religión su refugio

El Cine Cervantes no podía haber abierto sus puertas con otra película que no fuera ‘Mamacruz’. Buena parte de ella grabada a pocos metros del emblemático cine, con una trama desarrollada en esa Sevilla que conjuga religiosidad y modernidad, en la que viven cotidianamente el ser y el parecer, la historia de Mari Cruz puede ser, podría ser, la de muchas mujeres que, nacidas, criadas y acostumbradas al cobijo de la religión, sienten y necesitan algo más que pasar los días vistiendo santos.

Con una genial Kiti Mánver y un elenco de secundarias que da forma a la vida, obra y milagro de su protagonista, entre las que destacan Inés Benítez, Silvia Acosta, Mari Paz Sayago y Pepe Quero, entre otros, la historia de Mamacruz es algo más que el de una señora muy religiosa que necesita un orgasmo y que se despierta, sexualmente hablando, con los incentivos que lanza internet.

‘Mamacruz’ acompasa el ritmo de la trama a la vida misma de la protagonista, a la lentitud y parsimonia con la que cose, al monótono ir y venir de casa a la iglesia, al diálogo interior que establece entre el deseo, “porque soy mayor pero todavía siento”, y la rectitud de sus creencias religiosas, al gradual descubrimiento de que se puede sentir de otra manera y, sobre todo, al recuperarse como mujer sin tener remordimientos.

El cuadro coral que rodea a Mamacruz, que es como la nieta llama a Mari Cruz, complementan a esa mujer que seguro vive junto a nosotros y que nos cruzamos con ella sin perctarnos de la lucha interna que lleva: el “somos viejos para estas cosas” es la esencia de su matrimonio, acoge en casa a su nieta mientras su hija cumple su último sueño y la amistad, al final, la encuentra en un grupo de mujeres maravillosas cuya risa y guasa sevillana provocaron más de una carcajada entre el patio de butacas del Cervantes.

Si Mamacruz arrasa en sentimientos contradictorios, en lágrimas que reflejan la renuncia y la entrega del día a día, muchas veces sin ser consciente de ello, en un seguir hacia adelante resignado y dirigido por sabe Dios quién, los personajes secundarios aportan ese contrapunto tragicómico de la que se ríe mientras muere, de la que se agarra a la vida mientras todo se derrumba a su alrededor, de la que busca el último refugio en un grupo de desconocidas para encontrarse a sí misma.

‘Mamacruz’ parte de una fotografía que su directora, la venezolana Patricia Ortega, encontró de su madre, un posado desnudo, que le hizo escribir sobre cómo vemos a los padres como seres “asexuados”. Kiti Mánver deja de ser la eterna secundaria para protagonizar un papel que aborda sin complejos la realidad de una tercera edad que nos pasa desapercibida en el día a día. Y si el guión lo aborda sin dramatismos, el contrapunto tragicómico de realismo de diálogos y escenas completan una película que puede llevarse muchos más premios de los que ya opta.

El respetable del Cine Cervantes agradeció la película con un largo aplauso al que respondieron su directora, productor y actrices subiéndose al escenario, encabezadas por la propia Mánver, enorme en su plenitud. Una película que “no es brillante en su sencillez y en su eficacia”, sino una aventura “difícil y que no fue fácil de vender”, recordaban.

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