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Punta Umbría

'I want to be a soldier': violencia infantil, televisión y juegos de guerra

El director catalán Christian Molina retrata en "I want to be a soldier", estrenada hoy en el Festival de Cine Fantástico de Sitges", la creciente violencia infantil y el poder que ejercen la televisión y los juegos de guerra en Alex, interpretado por la joven promesa Fergus Riordan.

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El director catalán Christian Molina retrata en "I want to be a soldier", estrenada hoy en el Festival de Cine Fantástico de Sitges", la creciente violencia infantil y el poder que ejercen la televisión y los juegos de guerra en Alex, interpretado por la joven promesa Fergus Riordan.

En una entrevista concedida a Efe, el cineasta ha explicado: "Si un padre no lo impide, cuando un adolescente cumple 18 años ha visto 40.000 asesinatos y 250.000 imágenes violentas entre televisión, internet y videojuegos".

"Nos pareció una cifra aberrante -ha proseguido- y quisimos contar la historia de Alex, que transforma su vida al ver imágenes por las que su cerebro no está preparado".

Un cuento moderno, contado de forma aséptica y sin tapujos, que relata la perdición de Alex, un niño de diez años, que tras sentirse abandonado por sus padres, vive enganchado a las imágenes violentas, los programas bélicos y a los juegos de guerra.

Con secundarios de lujo, como el 'ex' Freddy Krueger, Robert Englund o Danny Glover, popular rostro de "Arma Letal", "I want to be soldier" supone un análisis contemporáneo de las causas que pueden llevar a un niño a comportarse de forma violenta.

"El videojuego más vendido del mundo va de un chulo que trafica con cocaína y secuestra a putas para violarlas. El Grand Theft Auto III. -ha comentado el director- E igual que jugamos nosotros, juegan los niños. Por eso se están perdiendo los valores".

Alex cambia de carácter acompañado de un amigo imaginario, interpretado por Ben Temple, que se transforma de astronauta a militar, y representa el inconsciente y los deseos del niño.

Un referente biográfico del director, que ha recordado como de pequeño "tenía un amigo llamado McEnroe, porque me encantaba jugar a tenis", pero extensible a muchos niños con problemas de adaptación, desatención o con una gran imaginación.

Este elemento confiere a la película, por momentos, un cierto toque "naïf" propios de la inocencia infantil. Convirtiéndola en un ejemplo de película que habla de la niñez desde su propia perspectiva.

"La guerra no es pintarse la cara de verde, ponerse un uniforme y fumar - como hace Alex en la película - es otra cosa, pero es lo que entiende un niño cuando lo ve por la tele", ha descrito el director, que escribió el guión junto con Cuca Canals bajo supervisión de psicólogos infantiles.

Molina, que ha adelantado que su próximo proyecto será un thriller en Hollywood con grandes estrellas, no tiene más que palabras de admiración por "el gran talento como actor y la enorme inteligencia" de Fergus Riordan, el joven de 13 años, protagonista absoluto de este película con una enorme carga interpretativa.

Madrileño de padres británicos, Fergus Riordan, ha expresado su felicidad por trabajar en un rodaje en el que fue "tratado como a un adulto" y ha agradecido a su familia y al director que le ayudaran en la construcción del personaje.

Riordan ha negado similitud alguna con el personaje: "Lo pasé muy mal cuando tuve que rodar la escena en la que grito a mi hermano menor. En la realidad tengo un hermanito de nueve meses y pensé que podía ser traumático para él", ha confesado.

A punto de pegar el salto a Hollywood de la mano de Nicholas Cage con "El motorista fantasma II", Fergus ha reconocido que prefiere "la guitarra a la XBOX" pero que ésta no es la tónica habitual en su clase:

"En mi 'cole' todo el mundo tiene una Playstation o una XBOX y siempre que voy a su casa me invitan a juegos de guerra - ha relatado el actor - yo sólo veo películas con mis padres, hago deporte o pinto".

Riordan, 'rara avis' de la niñez de hoy, sólo tiene un punto de unión con el ultraviolento Alex que interpreta, los amigos imaginarios:

"En mi caso no era imaginario, existía. -ha puntualizado- siempre que veía una mariposa blanca por la calle me pensaba que era la misma y que me seguía a todos lados, que éramos amigos. La llamaba Lola".

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