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España

A vueltas con la educación

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Estamos tan llenos de noticias, comentarios y vaticinios sobre la crisis económica que tenemos encima, aquí y en todo el mundo, que parece que se olvidan otras cuestiones importantes. Esto es lo que está pasando con la educación; especialmente con la que se refiere a la que se proporciona en los colegios y otras instituciones de enseñanza, aunque no sólo de ella es necesario preocuparse. No debe olvidarse que el proceso de la educación del hombre abarca desde el día que nace hasta el mismo momento en que fallece.
Siempre, en todo momento, la mente ha de decidir sobre cuestiones muy variadas –unas simples y otras de mayor calado – y ha de saber hacerlo sin dañar a nada y a nadie. Hay cuestiones que se presentan casi sin avisar, de improviso, como una de esas riadas que se llevan todo por delante, pero hay que empeñarse en dominarlas. Ése es el trabajo de cada día, prepararse para dar respuesta adecuada a cada pregunta, saber cómo hay que actuar; que a veces no sólo será a la defensiva sino que requerirá alguna labor para deshacer lo que se considera que no es conveniente porque hace daño a personas y a sistemas de vida.
Y no sólo la mente; que también el corazón juega su papel. Se dice que el corazón se suele imponer a la cabeza, pero esto no quiere decir que esa imposición sea buena, aunque tenga algo o mucho de sentimentalismo. El corazón ha de saber reaccionar en defensa de la verdad, de lo que es justo y esto causa verdadero dolor en determinadas ocasiones. Corregir a quien se ama hace sufrir, pero más duele que esa persona se pueda perder porque no fue corregida a tiempo. Y así es la vida de cada persona, una progresión continua en la educación.
Una progresión continua en el amor que se manifiesta en la atención a toda persona; bien porque esté a la vista o porque forma parte de la sociedad. Amor a lo que se hace para que sea justo, para que no se aparte del bien sino para que ayude a fortalecerlo y llevarlo a cualquier lugar, donde más se necesite y también para mejorar la calidad del trato que se da, día a día, a las personas y a todo lo que nos rodea. Es prepararse, cada día, para crear un ambiente real de bien hacer, de atención, respeto y cariño a toda otra persona aunque pueda no compartirse alguna opinión.
Toda persona tiene derecho a recibir educación con el fin de ser cada día mejor y más útil en el servicio, por amor sin límite, a los demás. Es la preparación necesaria para la vida, que bien sabido es que tiene muchas dificultades. Son muchas las situaciones en las que hay que decidir con la mente y el corazón bien dispuestos para obrar con sabiduría y con amor. Ese debe ser el resultado de la educación que se proporciona por unos y se recibe por otros desde que se nace y hasta que se muere.
La educación nace para servir al hombre, para hacerlo capaz de entender la inmensa maravilla de la Creación y para ser fiel transmisor de la verdad. Cada día hay motivos para que la educación pase a manifestarse como algo vivo, algo que fortalece y da sentido al quehacer humano. Habrá, en ocasiones, alguna oposición pero la constancia y el amor a la verdad se abrirán camino.
Nuestras calles muestran que la educación no es lo correcta que debiera ser, algo tan simple como depositar papeles en las papeleras sigue siendo desconocido para muchos. ¿Tanto cuesta depositar papeles y otras cosas en las papeleras? Si eso no se domina ¿cómo se van a dominar otras cuestiones más difíciles? El respeto a los demás empieza por ahí.
La educación es algo sumamente importante; por eso preocupa tanto a los padres, porque es algo que está lleno del amor que se tiene a los hijos desde que fueron concebidos. Por eso, precisamente por amor, es por lo que quieren dirigir su educación.
Es la educación de las primeras letras y la de lo que es la vida en cada día, la de los estudios posteriores y la de saber ser justos, sinceros, generosos y enamorados del bien. Ese legado de amor es lo mejor que pueden dar los padres y, naturalmente, no quieren que otros lo impidan.

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