El acusado de asesinar y robar a un hombre en Alcalá de Guadaíra, en septiembre de 2002, para luego comprarse un móvil con el dinero de la víctima, ha reconocido este martes ante el jurado popular que lo enjuicia en la Audiencia de Sevilla haberlo atacado, aunque ha alegado que ese día estaba borracho y drogado.
"No sé lo que me pasó por la cabeza con la borrachera y la droga", ha sentenciado el procesado, que se enfrenta a una petición fiscal de 29 años de cárcel, 25 años por un delito de asesinato y cuatro años de prisión por el robo con violencia.
En el arranque de la vista oral, tras la constitución del jurado popular el pasado viernes, el acusado, pese a que ha asegurado que no recuerda bien todos los detalles de lo ocurrido, ha explicado que se enzarzaron en una pelea que se le fue de las manos.
Procesado y víctima, que eran conocidos, antes habían estado al parecer consumiendo drogas, según el relato del acusado, quien a una respuesta concreta de un miembro del jurado ha reconocido que se acuerda "de unas cosas sí y otras no".
En cuanto a la adquisición del teléfono móvil ha negado que lo comprara él mismo, al asegurar que alguien lo hizo por él.
El primer policía que ha declarado como testigo ha indicado, por su parte, que el propio acusado le hizo expresa referencia a "la que había liado" por quitarle al parecer dinero a la víctima.
"De compras" tras el estrangulamiento mortal
La Fiscalía relata en su escrito provisional que los hechos tuvieron lugar entre las 10.00 y las 13.00 horas del 24 de septiembre de 2022, cuando el acusado, con ánimo de obtener un beneficio económico ilícito y para facilitar apoderarse de los bienes de la víctima, "decidió acabar con su vida".
Los hechos, de acuerdo a la acusación pública, tuvieron lugar cuando ambos se encontraban en un descampado de la carretera Alcalá-Dos Hermanas, en las cercanías de un centro de menores de Alcalá.
En ese momento, según la Fiscalía, el encausado atacó a la víctima y le golpeó en la cabeza con un objeto contundente, causándole una fractura craneal y provocando que el fallecido cayera hacia atrás.
Esto, junto a la intoxicación etílica y con cocaína y opiáceos que tenía, supuso una merma en su posibilidad de defensa.
Esta circunstancia fue aprovechada por el investigado, que le ató entonces las manos con bolsas y le colocó alrededor del cuello unas bolsas de plástico y una tela, entrelazadas "para constituir un lazo con un palo, a modo de torniquete, estrangulando a su víctima, ya indefensa", y "acabando en ese momento con su vida".
La Fiscalía añade que, a continuación, el acusado abrió la riñonera del fallecido y se apoderó de la cartera y de la cartilla bancaria de la víctima, "yéndose de compras" a un establecimiento comercial donde adquirió un teléfono móvil por importe de 99 euros "proveniente del dinero sustraído a la víctima".
