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Paquirri, el día en el que el torero se convirtió en mito

Cuatro décadas han transcurrido desde que 'Avispado', de la ganadería de Sayalero y Bandrés, sesgara el muslo derecho del lidiador

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  • Paquirri. -

Un cornalón. La muerte de Paquirri causó un tremendo impacto no solo en el ámbito taurino, también en el panorama social de la época un día como hoy de hace 40 años, cuando se asumió con consternación el suceso que propició el final de la vida de unos de los mejores toreros del momento y que el reporterismo recogió con una filmación histórica en la que demostraba al mundo una entereza que lo elevaba a mito.

Cuatro décadas han transcurrido desde que 'Avispado', de la ganadería de Sayalero y Bandrés, sesgara el muslo derecho del lidiador tras salir al relance del peto del caballo de picar. "El torero intentó tirar hacia atrás del capote, momento en el que el toro, que se había encelado, le propinó la cornada", concreta José Toscano, informador taurino presente en la plaza de Pozoblanco (Córdoba) ese mismo día.

La cogida fue de "una gran dimensión; en la enfermería, el poco tiempo que pude estar, fui testigo del brutal daño que había causado, a nivel muscular y vascular", añade el cronista a EFE.

Los doctores Eliseo Morán y Rafael Ruiz, equipo médico que intervino en la plaza en esta coyuntura de emergencia, significaron la dureza de la herida causada por el cuerno del animal, "una cornada con tres trayectorias en el muslo derecho, que interesaba a la vena safena y la femoral", rezaba el parte médico.

Morán, fallecido el pasado año, siempre detalló que "se hizo lo que se pudo hacer", en alusión a las condiciones sanitarias y a los medios que había en la enfermería del coso, mientras que Funes, anestesista, fue la última persona a la que miró el torero y le acompañó en el periplo de más de setenta kilómetros que separaban el Coso de Los Llanos y la capital cordobesa.

Un viaje "terrorífico"

"Fue una viaje terrorífico, porque la carretera era muy complicada. Él, una vez fue intervenido en el coso, viajó tranquilo. Se preocupaba por si le iba a suceder algo. Le dije que no pensara en eso, que todo iba a ir bien, para que no pensara en lo que acabó siendo inevitable", explicita el médico a EFE.

  "Paquirri no pensaba que iba a morir. Pero ya llegando a Córdoba se dio cuenta de que se desvanecía. En la conversación mantenida, preguntó por su familia, por si se había informado a su mujer", relata Funes, quien incide en que "todo sucedió muy rápido y no se pudo hacer nada. Las circunstancias de antes no tienen que ver con las condiciones en las que ahora están las plazas de toros".

  "Doctor, la cornada es fuerte, tiene al menos tres trayectorias: una para acá y otra para allá. Abra lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos", dijo el torero una vez fue postrado en la camilla tras recorrer el coso en los brazos de su cuadrilla. Imagen y voz del torero que se convertía en mito recogida por el reportero gráfico Antonio Salmoral, ya fallecido y que le valió el Premio Nacional de Periodismo.

Por su lado, Julio Del Castillo, uno de los accionistas de la empresa Ambulancias Córdoba, que trasladó al torero en su desplazamiento desde el municipio hasta Córdoba recuerda a EFE que "se habló mucho de la cornada y de sus consecuencias", pero ha resaltado que los ocupantes del vehículo conducido por Francisco Rossi se jugaron literalmente la vida para poder llevar a Paquirri con vida hasta Córdoba.

Tanto el conductor, como el médico, Funes, y el mozo de espadas del torero viajaron en un vehículo a toda velocidad por una carretera "infame", lamenta. "Tardaron cincuenta y cinco minutos en un recorrido que se hacía en hora y media", asevera Del Castillo.

De hombre a mito

Francisco Rivera Paquirri (5 marzo, 1948, Zahara de los Atunes, Cádiz), fue uno de los toreros más aclamados y reconocidos de finales de los setenta y principios de los ochenta que acaparó más de 2.000 orejas para erigirse en uno de los matadores con mejor reputación del momento.

Fue partícipe de un cartel, a la postre "maldecido", como concreta Vicente Ruiz El Soro, que compartió paseíllo esa tarde de septiembre del 84, ya que un año después 'El Yiyo' falleció tras ser cogido mortalmente en Colmenar Viejo (30 agosto, 1985).

El legado de Paquirri, más allá de su acción profesional en los ruedos, perdura hasta hoy en España y su trágico desenlace abrió la puerta para que los profesionales del toro y las autoridades tomaran conciencia de la relevancia que asumía el hecho de contar con buenas instalaciones médicas y equipos adecuados, para que los facultativos pudieran tratar hechos de esa envergadura.

Un cornalón que causó un tremendo impacto a nivel internacional y que enmudeció a la sociedad española al ver como uno de los líderes del escalafón recibió el mayor de los castigos al que puede someter un toro de lidia, una cogida letal que convirtió al poderoso hombre en un mito.

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