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Sevilla

Carmen Posadas presenta 'El testigo invisible'

Esta obra, con la que la autora vuelve a la novela histórica, también es una historia sobre la vida de los señores y la vida de los criados

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Carmen Posadas ha presentado este martes en Sevilla su novela 'El testigo invisible' (Planeta), un retrato de la dinastía de los Romanov durante las dos primeras décadas del siglo XX, un periodo histórico convulso en el continente europeo. El protagonista de este relato es Leonid Sednev, un hombre de 92 años que, en su lecho de muerte, cuenta lo que vivió entre 1912 y 1918, un tiempo en el que trabajó como deshollinador en el palacio Aleksandr, donde vivían los zares de las Rusias con sus hijos.

   En un encuentro con los medios, la autora ha dicho que además de una novela histórica, para la que ha tenido acceso a documentos inéditos que desvelan aspectos desconocidos de la familia imperial rusa, "se trata de una novela de iniciación en la que un niño está descubriendo el mundo". Pero, "lo más difícil era construir una historia de amor dentro de una historia tan trágica sin cambiar el final", señala Posadas, quien defiende que "quería contar la historia real". "Siempre me llamó la atención que hubiera tantas leyendas, mitos y mentiras alrededor de esta historia porque lo que pasó en realidad es tan potente que no hace falta inventarse nada", subraya.

   Sobre el punto de partida de 'El testigo invisible', Posadas ha confesado que "tenía pensado escribir una especie de biografía de una discípula de Freud que se llama Marie Bonaparte, así que imagínate, nada que ver". "Lo que sí sabía --continúa-- es que quería contar la historia desde el punto de vista de los criados, porque en esa época la relación afectiva más cercan la gente de esa clase social era con los criados". "Me interesaba este punto de vista, muy cercano, ya que como dice el comienzo de la novela, 'nadie es un gran hombre para su mayordomo', porque ellos conocen un montón de detalles".

   En este sentido, Posada señala que "le sorprendió mucho saber que existe una diferencia entre criados y sirvientes", y que aunque ahora criado tiene una connotación "peyorativa", antes "era una cosa amable, porque eran quienes habían nacido y se criaban con la familia, y por tanto, había un vínculo muy cercano, casi de amigos, con los hijos de los señores; incluso alguno de ellos eran hijos de los señores". "Eran los llamados criados con sangre, y durante la Revolución rusa, estos se descubrieron de una enorme lealtad porque se consideraban de la familia", añade.

   Cuestionada sobre por qué introdujo al Leonid adulto, la también autora de títulos como 'Pequeñas infamias' o 'Invitación a un asesinato', su última novela, confiesa que "en realidad es un truco literario que funciona muy bien, porque si cuentas la novela desde el punto de vista de un niño esto te da un plus de complicidad con el lector, pero tiene una dificultad, y es que hay montones de reflexiones que un niño no puede hacer, y por tanto, no resulta verosímil". Sin embargo, prosigue, "si haces que ese niño recuerde al cabo de muchos años, puede contar cosas que han pasado más adelante, y al mismo tiempo, puede hacer reflexiones que un niño jamás haría".

   Acerca del hecho de situar a Leonid Sednev en Montevideo, Posadas ha explicado que "aunque a priori puede parecer completamente inverosímil que un ruso acabe en Uruguay", ha dicho que "no es tan difícil que hubiera acabado ahí", porque "en el norte del país hay un pueblo en el que todos son rusos llegados justamente después de la Revolución y hasta hoy conservan sus tradiciones, hablan ruso, e incluso que las casas son de madera pintada".

   Asimismo, y sobre su fascinación por el personaje de Rasputín, la escritora ha dicho que se trataba de "un reto", porque "es como uno de los grandes villanos de la historia". "Con Hitler y Judas debe ser de los peor de lo peor, y, sin embargo, nunca mató a nadie". Además, "tanto con éste como con el resto de personajes, quería contar las luces y sombras, porque no quiero que en mi libro haya malos malísimos ni buenos buenísimos, entre otras cosas porque la vida no es así". "El escritor debe ser honesto, poner todo lo bueno y todo lo malo para que el que juzgue sea el lector, no tú".

   También en relación con los personajes de 'El testigo invisible', una obra que supuso a la autora dos años de estudio y documentación, Posadas afirma que "le tenía manía a la zarina, quien parecía siempre cansada y enferma", pero luego, continúa, "descubrí que teníamos un rasgo en común: la timidez extrema". "La timidez siempre se confunde con soberbia, y eso le pasó a ella, que en realidad era muy tímida y fue una incomprendida", puesto que "la gente de la corte pensaba que era una borde y una antipática, lo que hizo que se encerrase en sí misma y buscara refugio en Rasputín y una amiga".

"MIRAS A TU ALREDEDOR Y 'ANNA KARENINA SE ESCRIBE SOLO"

   Por último, Posadas, que se declara "más de Tolstoi que de Dostoievski", asegura que "ha tenido que leer mucha novela rusa para coger el tono y cómo fabrican los personajes". En este sentido, asegura que "su mayor descubrimiento" ha sido "la realidad de Rusia, un país tan extremo, en el que son capaces de todo lo mejor y lo peor, y las pasiones están tan a flor de piel, que tú miras a tu alrededor y 'Anna Karenina' se escribe solo". "No me sorprende nada que tengan esos escritores, ya que lo único que tienen que hacer es casi retratar lo que ven, sin tener que inventarse nada". 

   La autora uruguaya, aunque reside en Madrid desde 1965, mantiene este tarde un encuentro en la Casa de Cultura de Alcalá del Río con los clubes de lectura de la provincia de Sevilla. "Me impresionan lo bien organizado que están en Andalucía los clubes de lectura", afirma Carmen Posadas, quien añade que una de las cosas que "más la impresionó" de otro encuentro en Granada, fue que "había muchas mujeres que se habían incorporado al mundo de la lectura muy tarde, algunas incluso habían aprendido a leer tarde, y ahora tenían tanta devoción que me sentía como Madonna".

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