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La Junta protege como zona arqueológica el yacimiento del Cerro de la Encina en Monachil

El asentamiento es uno de los principales enclaves para el estudio de las culturas argáricas y del Bronce Final en el sudeste de la Península Ibérica

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El Consejo de Gobierno de la Junta ha acordado este martes inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como zona arqueológica, el yacimiento del Cerro de la Encina en Monachil (Granada). Este enclave, con una ocupación prácticamente ininterrumpida durante mil años, desde el siglo XVIII al VIII A.C., está considerado como uno de los lugares fundamentales para el conocimiento de la Edad del Bronce Final y de las culturas argáricas del sudeste de la Península Ibérica.

   La zona arqueológica, delimitada con una superficie de 20,63 hectáreas, se localiza muy cerca de la ciudad de Granada sobre la margen derecha del río Monachil, uno de los valles de acceso a Sierra Nevada. El asentamiento se extiende por una amplia cumbre fuertemente escarpada, rica en recursos mineros y de gran interés para el estudio de la explotación y transformación de los metales (fundamentalmente cobre y plata).

   La ocupación argárica del enclave presenta una secuencia de tres grandes recintos monumentales que se suceden en el tiempo y se sitúan en la meseta central del poblado, donde hay un mayor control visual del entorno inmediato. Las zonas de hábitat se localizan en las laderas y mesetas contiguas, de tal forma que la fortificación se convierte en el elemento central en torno al que se articula el asentamiento. Este modelo difiere de otros yacimientos de la misma cultura, por lo que ha sido definido como característico del denominado Grupo Granadino de El Argar.

   En el periodo correspondiente al Bronce Final del Sureste, el asentamiento varía sustancialmente sus rasgos de ocupación. De este modo, el aterrazamiento y la utilización masiva de la piedra se sustituyen por sistemas de construcción basados en cabañas dispersas y adaptadas a las características topográficas. Estas edificaciones, de planta ovalada y grandes dimensiones, presentan zócalos de piedra de escasa entidad que sustentan paredes de barro y ramaje, techumbres de materiales orgánicos impermeabilizados y, en algunos casos, revestimientos interiores con placas de estuco amarillento decoradas con motivos geométricos.

   Junto con los vestigios de la cultura argárica y el Bronce Final, el Cerro de la Encina también ofrece restos de algunas ocupaciones esporádicas correspondientes a la época ibero-romana.

   Los trabajos de investigación del yacimiento se remontan a principios del siglo XX, aunque fue entre 1968 y 1983 cuando se acometieron de forma sistemática y planificada por la Universidad de Granada, a lo que se añadieron los estudios de muestras de fauna que realizó la Universidad de Munich. Entre 2003 y 2005 se retomaron las excavaciones con el objetivo del desarrollar un proyecto de recuperación del enclave.

   Además de las 20,63 hectáreas delimitadas como zona arqueológica, el decreto de inscripción en el Catálogo del Patrimonio Histórico incluye también un entorno adicional de protección de 7,83 hectáreas al sur del asentamiento, en dirección al río Monachil. De acuerdo con los datos aportados por las prospecciones en el área, este espacio podría constituir una extensión del yacimiento.
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