Es uno de los humoristas más consagrado del panorama nacional. Sus 23 años de experiencia avalan a este artista, que mezcla el humor de siempre con las nuevas tendencias, adornando sus espectáculos con su capacidad para la imitación y la música. Desde aquellos años del ‘Mississippi’ con Pepe Navarro hasta hoy, no ha parado de formarse y trabajar por toda España, con Huelva siempre por bandera. El 19 de octubre trae al Gran Teatro su último espectáculo, ‘Los Tres tenores de la comedia’, junto a Pedro Reyes y José Requena.
¿Qué te queda aún de aquellos años del programa que hiciste con Pepe Navarro, ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’?
–Lo más importante, muy buenos recuerdos. Era joven, 23 años, y estaba empezando en el mundo de la televisión; había hecho algunas cosas en el medio, pero no de la magnitud tan enorme como era ‘El Mississippi’. Un programa en directo que llegó a congregar hasta un 56% de audiencia, como un Madrid - Barca. Al ser directo, me curtió mucho e hizo que madurara artísticamente. En ese programa viví por primera vez lo que era la fama, algo que cuando pasan los años, te das cuenta quiénes son tus amigos realmente. En este mundillo, hay mucha gente que se acerca por interés, pero tú sabes que eso no es nada nuevo. En cuanto a mis compañeros del programa, tengo muy buena relación con Nick Padrón, ‘El escocés’. Con los demás, algunos por teléfono y a otros por facebook. Estoy muy orgulloso de haber podido trabajar en uno de los programas con mayor audiencia en la historia de la televisión en España. Aún mucha gente me recuerda del programa. ‘El Mississippi’ quedará para la historia y para mi recuerdo.
¿Vale en tu profesión la cita ‘cría fama y échate a dormir’?
–Por suerte o por desgracia, sí. Digo por desgracia, porque hay gente que se lo curra mucho durante toda su vida, y si no da el salto de calidad o no tiene la suerte de estar en el momento justo y en el lugar adecuado, pasa desapercibido. Y digo suerte, porque si haces algo que tenga un poco de relevancia y cae bien en la sociedad, el camino lo tienes liso para hacer cosas que la gente va a aceptar por ser ya quien eres. Hay gente que se lo curra más y otros que se dejan llevar por su éxito. Y si lo preguntas por mí, decirte que soy un currante de mi profesión, que me dejo el alma en lo que hago, pero que también me ayuda haber salido en televisión, en programas con cierta relevancia. Aún así, sigo luchando cada día y no me echo a dormir, si acaso una siesta. Por lo tanto, el trabajo duro y diario, es el éxito de esta profesión.
¿Vende más un nombre que las cualidades?
–Rotundamente sí. Como comenté antes, si haces algo en tu vida que sea relevante y cae en gracia, puedes vivir de eso, y si te lo sabes administrar, muchos años. La gente está acostumbrada a ver la televisión, internet, y todo lo que ven en su casa o en el móvil, lo quieren ver en directo, y si pueden, conocerlo personalmente. Pero hay ciertos nombres, que los ves en el cartel y hacen que con su sola presencia se llene la sala o el teatro, pero que realmente, si no es por la ayuda de los compañeros de cartel, hay veces que puede salir mal parado. La gente hoy día valora más una cara que un valor. Esto lo provocan programas como ‘Gran Hermano’, ‘Mujeres, hombres y viceversa’, que sacan productos de quita y pon, que luego llevan a discotecas, cobrando una pasta, sólo para que digan buenas noches y la gente se hagan fotos. En lo que a mí me toca, creo que el humor es una cosa muy seria y el mejor ingrediente para crear mejores personas.
¿Cómo te gusta que te denominen, humorista, contador de chistes, imitador, monologuista...?
–Me da igual, realmente hago todas esas cosas. Pienso que la palabra humorista engloba todo eso, aunque ahora los modernos nos llaman cómicos, que es un término nuevo que ha salido desde que existen los monólogos en España. Pienso que el humor de ahora es muy directo, pero al mismo tiempo carece un poco de la riqueza tan extensa que engloba el humor en sí. El humor de ahora se basa en contar una historia, como diría aquel, ‘pelá y mondá’. El humor de antes era más extenso, más rico, había más medios y plataformas para expresar tu tipo de humor. Ahora son o quieren ser demasiado puristas y condonan todo tipo de expresión de humor que no sea el monólogo.
Si el hábito no hace al monje, ¿qué hace al humorista?
–Ser humorista, no es saber recitar un guión previamente ensayado. Para mí y muchos otros, es un estilo de vida, una forma de afrontar las diversas adversidades de la vida. Nuestro hábito no es saber hacer reír, es saber cuándo, en qué momento. Es algo innato. No se trata de ponerte el disfraz, éste va conmigo, y reluce siempre que sea necesario. El hábito tampoco hace al humorista, es la persona la que debe saber sacarle partido a dicho concepto. Lógicamente, las cualidades son muy importantes, pero también existe una parte humana, responsable, exigente y de continuo proceso formativo.
¿Eres de los que piensan que nadie es profeta en su tierra?
–Sinceramente, no sé que pensar. Hay una parte de la ciudad que me apoya, que me sigue y se interesa por mi trabajo; Y la otra parte, es la que me sigue, sólo y exclusivamente, cuando hago algo relevante en televisión o teatro a nivel nacional. Lo que sí puedo decir, es que cuando Huelva quiera contar conmigo, ahí estaré, como he estado y como seguiré estando. Esta es mi tierra, y eso jamás se me olvidará. Yo vivo en las calles de esta ciudad, soy del Recreativo, de la Victoria en Semana Santa, del Gran Teatro en carnavales, del ponche en las colombinas... y Mientras tanto, yo sigo con mi trabajo fuera de esta tierra en la que vivo.
Sé que tienes varios proyectos en mente...
–En estos momentos me encuentro inmerso en diferentes proyectos; tengo mi constante gira por toda España, así como un nuevo enfoque junto a dos grandes del humor: Pedro Reyes y José Requena, que nos hemos enfrascado en una Gran obra humorística, ‘Los Tres tenores de la comedia’, en la que he puesto mucha ilusión. El día 11 de mayo estrenamos en Murcia, y el 19 de octubre estaremos en mi Gran Teatro de Huelva. De todas maneras, mi afán por superarme no me permite estar parado, y cada año, intento sorprender con algo nuevo, es la única forma en la que me siento satisfecho.