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La Virgen del Desconsuelo celebra su tercer centenario

El Ayuntamiento le ofreció la Medalla de la Ciudad

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La Hermandad del Desconsuelo celebró ayer en la calle el tercer centenario de la bendición de su titular mariana, que a las ocho de la mañana abandonó la iglesia de San Mateo para iniciar un peregrinaje que la llevaría a la basílica de la Merced y a Santo Domingo. Fue a mediodía, tras el rezo del Ángelus, cuando la alcaldesa, María José García-Pelayo, entregó a la cofradía la Medalla de la Ciudad, que poco después sería colocada sobre el pecho de la Virgen del Desconsuelo.

La procesión partió de San Mateo antes de que rompiera la mañana en lo que constituyó un guiño a la propia historia de la cofradía, toda vez que a principios del siglo pasado procesionaba de madrugada. La Virgen del Desconsuelo -acompañada de San Juan Evangelista y en su paso de palio- buscó a continuación la Ronda del Caracol para encaminarse al templo de la patrona. Lo hizo en rosario de la aurora y acompañada por unos trescientos hermanos.

Fue en la basílica de la Merced donde se incorporarían al cortejo las representaciones de un buen número de hermandades de la ciudad, así como del propio Ayuntamiento; iniciándose así la procesión propiamente dicha. Desde entonces y hasta Santo Domingo abrió paso la Agrupación Musical de la Sentencia. Tras el paso de palio se colocó la Banda de Música de la Oliva de Salteras, que dirigida por José Manuel Bernal interpretaría a lo largo del recorrido las marchas que autores como Germán Álvarez Beigbeder, Andrés Muñoz o Francisco Orellana dedicaron en su momento a la Virgen del Desconsuelo.


Fue a mediodía, en este segundo tramo del itinerario procesional, cuando miles de jerezanos arroparon a la cofradía del barrio de San Mateo, que tomaría por Rafael Rivero, Tornería, Santo Ángel, Sedería, Carmen, Carpintería Baja, Peones, Curtidores, Barranco, plaza Belén, plaza San Lucas, Cabezas y plaza del Mercado.

Momentos especialmente emotivos se vivieron en Tornería -una calle por la que esta cofradía no transcurre en la jornada del Martes Santo- y ya en el entorno de su barrio. En la plaza de San Lucas se evocó la figura del desaparecido Francisco Bazán, mientras que en la calle Cabezas se compartió una oración con las religiosas del colegio salesiano.

La explosión final de júbilo se produjo ya en San Mateo, en una histórica entrada del palio del Desconsuelo en el patio de la capilla de Santa Marta, que se encontraba completamente engalanado para esta ocasión. Eran las tres y media de la tarde.

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