El miércoles 26 de febrero nos sobrecogía la fatal noticia del fallecimiento del gran tocaor Paco de Lucía. Tenía 66 años y al parecer se encontraba con su familia cuando le sobrevino un infarto que no pudo superar y que acabó fulminantemente con una vida tan efímera como intensa.
Guitarrista de pies a cabeza, miembro emblemático de una saga de artistas y fuente de inspiración para músicos de todo tipo. Tal fue su maestría que todos querían tocar con él, pero sólo algunos lo consiguieron, sean artistas del jazz, del rock y de otros géneros que han sabido reconocer la calidad de una guitarra más allá de su cultura y sus raíces. Paco se va al otro mundo nadando entre dos aguas, entre el éxito que casi siempre le acompañó y el anonimato que solía perseguir en sus escasas apariciones públicas, porque a él, que sepamos, eso de las cámaras y los flashes no le iba. Se va uno de los mayores talentos de la música del siglo XX, el tocaor flamenco por excelencia, el maestro de los maestros y un ser tan bondadoso como sencillo. Hoy, los flamencos de Arcos lo lloran y esta redacción con ellos.
El escritor y flamencólogo Antonio Murciano recibió la noticia en Sevilla, adonde había acudido para un concierto de música clásica en el antiguo teatro Álvarez Quintero, en el alcázar donde pronunciara hace años su pregón taurino. De regreso a Arcos, ya en transporte público por el evidente imperativo de la edad, le dio tiempo a escribir una duodécima acróstica con la que dar su último adiós a tan grande figura, aunque, no obstante, el niño de Algeciras tiene su particular poema en la considerada obra culmen de la poesía flamenca, Andalucía a Compás, que Murciano parece actualizar constantemente a sus ochenta y pico largos años.
Define al maestro de las seis cuerdas como un “revolucionario” y un hombre “avanzado” por la entonces atrevida fusión entre el flamenco, el rock y el jazz, en ocasiones inspirando sus composiciones en ambientes caribeños; una tierra, y una mar, por los que claramente sentía otra pasión. A ello suma que Paco de Lucía hizo evolucionar la guitarra, no la flamenca, sino la guitarra como instrumento universal al servicio de la música.
De su breve, pero intensa relación con el guitarrista fallecido, subraya su carácter tímido y reservado, pero al mismo tiempo dotado de un orgullo frecuente entre los talentos mayúsculos. Paco de Lucía lo trataba de usted y de maestro, y el poeta arcense le solía responder "¡Maestro tú!" mientras el de Algeciras se sonreía…
La relación profesional de ambos encontró su momento álgido trabajando en el sello discográfico RCA o con el poeta como jurado de los premios de Andalucía a Compás… Antonio muestra con gran cariño varias fotografías con Paco de Lucía, al que le llevaba casi veinte años que no son nada en el encuentro de sensibilidades artísticas. Poesía y flamenco, flamenco y poesía, ¿quién nació antes?: “Andaluz algecireño,/poeta de las seis cuerdas,/ alma universal…”.
Y si la guitarra llora hoy, la del también maestro de las seis cuerdas Miguel Chamizo echa en falta al máximo referente de los suyos. “Con decir Paco, todos -por los guitarristas y tocaores- sabíamos de quién hablábamos”. Miguel recibió la noticia a través de un mensaje al móvil que le envió su hijo mientras daba clases en el CEIP San Miguel de Arcos. Como sabe que no hay dos cosas iguales en la vida, se arroja a proclamar que “no habrá otras manos iguales” y que se va un hombre que “enganchó no sólo a tocaores, sino a constructores de guitarras, organizadores y diseñadores de espectáculos, cantaores... Paco lo ha revolucionado todo; nada más hay que ver lo que se ha formado en los medios”. La última reflexión del gran guitarrista arcense es para comparar el legado de Mozart, Bethoven y otros clásicos con el del ido a los cielos del recuerdo el pasado miércoles 26 de febrero. No obstante, la guitarra de Paco de Lucía fue también protagonista en la música clásica, y se le atribuye el Concierto de Aranjuez posiblemente más flamenco que exista, como llegó a definirlo el poeta también recientemente fallecido Félix Grande.
Miguel Chamizo dice abiertamente que el chiquito de Algeciras “Revolucionó la armonía flamenca y la música andaluza. ¡Ha sido tan grande!”.