La Medalla de Andalucía que la Junta ha concedido a esta oncóloga radioterápica sevillana (1956) ha traído al primer plano la investigación que se hace para que el cáncer llegue a ser más pronto que tarde una enfermedad curable 100 %. Eloísa Bayo lleva 18 años en el Hospital Juan Ramón Jiménez y desde 2006 dirige una unidad en la que, además de los conocimientos médicos y científicos, se requiere de mucha sensibilidad en el trato. En esta entrevista, hace un diagnóstico sobre la temible enfermedad, pero suministrando grandes dosis de esperanza.
Entiendo que la Medalla de Andalucía saca a primera plana la investigación del cáncer que se hace en Huelva…
–La verdad es que para nosotros es un orgullo que se reconozca nuestra labor después de muchos años trabajando no sólo en la asistencia, sino en docencia e investigación.
Más allá de la repercusión mediática, ¿confía en que este premio impulse la investigación sobre el cáncer?
–Nosotros así lo esperamos, y lo esperamos además ansiosamente porque tenemos muchos proyectos y pienso que esto va a ser un espaldarazo a la provincia para el desarrollo de estos proyectos.
¿Qué avances significativos ha notado desde que usted está en este hospital en lo que al tratamiento del cáncer se refiere?
–Realmente hemos avanzado mucho. Nosotros empezamos con una unidad de cobalto en 1996 cuando se abrió el servicio y a partir de ahí fuimos progresando a la vez que fue progresando la radioterapia. La historia de este servicio un poco es la historia de la evolución que ha tenido la radioterapia en los últimos años. Al ser una especialidad que va muy ligada a la tecnología, el desarrollo tecnológico nos afecta mucho más que a otras especialidades. En los últimos 20 años hemos vivido una revolución, sobre todo con la introducción de la informática, que ha permitido que lo que antes era una especialidad casi rudimentaria ahora sea mucho más precisa, logrando aumentar la precisión del tratamiento, ya que podemos dar una dosis muy alta al tumor y, lo más importante, liberando de radiación los tejidos sanos. Así, las posibilidades de curación son mayores pero además con mucha más calidad de vida, con muchos menos efectos secundarios.
No sé si hay una estimación de porcentaje de curación del cáncer en Huelva, y si la hay ¿es capaz de vaticinar cuando el cáncer será una enfermedad casi 100 % curable?
–Una estimación global como tal no existe, aunque podemos decir que en la actualidad se cura algo más del 50 % de los casos, más en mujeres que en hombres, y en algunos tipos, los tumores de buen pronóstico, que son aquellos que tienen un diagnóstico precoz, se llega por encima del 80 %. Creo que sí llegará a ser una enfermedad 100 % curable, y ahora lo digo con mucha más esperanza a como lo hacía hace tres o cuatro años. Se ha entrado en una etapa de conocimiento tan grande que tengo la sensación de que estamos en las puertas de descubrir cuáles son los mecanismos intrínsecos del cáncer. Estamos haciendo tratamientos muy agresivos, pero sin saber exactamente qué es lo que ha provocado el cáncer. Los pasos que se están dando ahora son para llegar a ese conocimiento y diseñar tratamientos que vayan al origen.
Entiendo por lo que expone que en investigación y tratamientos se están dando los pasos correctos, ¿se puede hacer algo más en cultura de prevención?
–Por supuesto que sí, y de hecho para mí es uno de los pilares básicos que se tiene que abordar y que se está abordando. Un tercio de los cánceres se puede prevenir con hábitos de vida correctos. La mayoría de los cánceres podría ser prevenible. Por ejemplo con el caso del tabaco, por mencionar el factor de riesgo más universalmente conocido. Si la población dejara de fumar o redujera el consumo de tabaco, muchísimos cánceres no se diagnosticarían porque no se producirían. También hacer ejercicio físico es importantísimo. Ya está demostrado que el sobrepeso y la obesidad condicionan un gran número de cánceres, y la actividad física, independientemente del sobrepeso, reduce la probabilidad de desarrollar determinados tipos de cánceres. Voy más allá. Una vez que te diagnostican el cáncer, y está demostrado en el cáncer de mama, hacer ejercicio físico y perder peso aumentan la posibilidad de curación. La alimentación, frutas y verduras… Tomar cinco raciones de frutas y verduras al día, entre 400 y 600 gramos, supone la prevención de un montón de cánceres. En todo esto hay que incidir, y nosotros desde el plan oncológico estamos trabajando básicamente en información a la población. Por otro lado, están las consultas de deshabituación tabáquica, cada vez más demandadas, y tenemos la ‘Quit line’, una línea telefónica (900 850 300) en la que cualquier persona que quiera dejar de fumar llama y la atienden por teléfono, lo que supone un primer paso muy importante que la gente muchas veces no sabe cómo dar. Por último decir que el tratamiento del cáncer es muy costoso, por lo que invertir en prevención es extraordinariamente rentable. Desde el punto de vista de la política sanitaria, invertir en prevención es de lo mejor que se puede hacer.
Incidiendo en los factores de riesgo, en Huelva tenemos el debate eterno sobre la relación -o no- entre la industria química y el cáncer. La he leído decir que no se puede afirmar que haya una relación directa, pero ¿se puede negar?
–No, tampoco. Cuando digo esto, me refiero a los datos epidemiológicos referentes a la provincia de Huelva. Evidentemente se sabe ciertamente que esas empresas trabajan con determinadas sustancias cancerígenas, pero si trabajas con esas sustancias de una manera segura no tiene por qué ocurrir nada ni incidir en la población. Lo que también es cierto es que, hasta donde yo sé y teniendo en cuenta que me dedico a la asistencia, yo no he leído ningún informe epidemiológico que indique que haya una incidencia en la provincia de Huelva que haga sospechar de una relación clara y evidente. También es verdad lo que tú dices, tampoco puedo decir lo contrario.
En 2007, el Instituto de Salud Carlos III publicó un controvertido mapa del cáncer donde Huelva, Cádiz y parte de Sevilla aparecían liderando, ¿está usted de acuerdo con los resultados de ese estudio?
–Sí, claro. Son datos que proporcionamos nosotros mismos, y es cierto, claro que es cierto. Pero, en ese informe hay provincias que están en la misma situación y en esas provincias no existe la actividad industrial de Huelva, por lo que habrá que pensar que a lo mejor hay otros factores relacionados con los hábitos de vida e incluso genéticos. Habría que hacer un análisis mucho más profundo. También hay que decir que estos datos tienen ya mucho tiempo y las tendencias están cambiando a medida que están cambiando los hábitos de la población. De aquí a unos años vamos a tener muchas más información porque hasta ahora la incidencia se infería de los datos de mortalidad, pero desde que los registros de tumores se han convertido en una herramienta que ya existe en todas las provincias andaluzas, pues a partir de ahí los datos que vamos a tener son datos de verdad, de incidencia real, y a partir de ahí sí que vamos a poder sacar conclusiones.
¿Hay previsto un nuevo mapa del cáncer en próximas fechas?
–Creo que sí, que próximamente va a salir uno nuevo porque se está trabajando muchos con estos datos que estoy diciendo, que son datos de incidencia real.
De un tiempo a esta parte, diferentes colectivos reclaman un estudio epidemiológico, ¿lo ve usted imprescindible para aclarar lo que ocurre en Huelva?
–Sí, puede ser un estudio interesante, sobre todo porque hay mucha sensibilidad en la provincia de Huelva, y ante una población tan sensibilizada sería interesante ese tipo de estudios. Pero hasta donde yo sé, ya se están haciendo. De hecho, me consta que se están llevando a cabo estudios epidemiológicos financiados por la propia consejería que pretenden esclarecer si esa relación existe o no.
Entiendo que una labor como la suya, aparte de los conocimientos científicos y sanitarios, requiere de muchas nociones psicológicas para tratar al paciente y sus familiares, ¿cómo se enfrenta un doctor de su especialidad a este tipo de pacientes? ¿Qué requisitos morales son imprescindibles?
–La oncología es una especialidad dura porque nunca se puede ser indiferente al sufrimiento de una persona. Lo primero que hay que tener, más allá de los conocimientos científicos y técnicos, es humanidad y ser consciente de que la persona que estás enfrente no es un paciente solamente. Es un ser humano que sufre, que tiene problemas, que tiene miedo y que se está enfrentando a una enfermedad que es muy probable que se cure, pero no todos se curan, y por lo tanto está en una situación muy vulnerable. Hay que ser especialmente sensible a eso, y si no lo haces mal vas porque para mí esa parte es tanto o más importante que estar científicamente bien preparado. En nuestra unidad ese aspecto lo cultivamos incluso en niveles de formación porque hay gente que empatiza de manera natural, pero no todo el mundo es así. Hay personas con carácter más reservado y con más dificultad para la comunicación. Por eso, para nosotros una de las cosas más importantes es que el personal se forme en habilidades de comunicación.