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Jerez

Un lunes bajo el sol de las cofradías

La Cena y La Candelaria permutaron ayer su orden tradicional de paso por la Carrera Oficial para tratar de ajustar la jornada

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Si el Sábado de Pasión fueron las urbanizaciones del nuevo Jerez las encargadas de dar forma a una jornada de vísperas inimaginable hace poco más de una década, ayer, Lunes Santo, tomaron el protagonismo los barrios de siempre, la ciudad intramuros y los arrabales surgidos en el primer periodo del desarrollismo. Y es que al filo de las cinco de la tarde se abrazaban La Plata y La Constancia, dos barrios hermanos en concepción que se han unido para siempre en el Lunes Santo.

El Señor de la Paz se echa a la calle a la hora taurina por excelencia, abriendo de par en par las puertas del templo levantado a espaldas de un coso del que parece escaparse el eco de clarines y timbales. Justo a esa misma hora, el sol ilumina la cal de la fachada de Santa Ana. Los vecinos arropan a sus cofradías y recuerdan casi siempre a quienes ya marcharon.

Precedida por la Agrupación Musical Virgen del Refugio, la Hermandad de la Paz de Fátima fue la primera en poner rumbo al centro de la ciudad, presentando la finalización de la talla de su paso de misterio. Detrás, la Agrupación Musical Virgen de Valme, de Dos Hermanas, todo un clásico tras la imagen de Manuel Téllez Berraquero. La Asociación Musical Álvarez Quintero, de Utrera, acompañó a la Virgen del Refugio, vestida de manera primorosa por Fernando Barea. Jesús Caro y José Luis Lobato son los capataces de ambos pasos.


La Plata se ha hecho mayor, pero por su cofradía parece que no pasan los años. El Señor de las Misericordias se ha convertido en un icono del barrio y la Virgen de la Candelaria siempre fue esa niña a la que quieren todos los vecinos. La Agrupación Musical de la Sentencia puso sus sones a un paso de misterio que pone en evidencia cualquier teorema sobre la impenetrabilidad de los cuerpos. No se puede aprovechar mejor cada metro cuadrado. Domingo Gil estuvo al frente de la cuadrilla de costaleros del primero de los pasos de la cofradía, mientras que Mariano Tizón se hizo cargo de aquella que porta a la Virgen de la Candelaria, acompañada por la Banda Municipal de Música de Rota.

La Cena y La Candelaria han permutado este año su orden de paso por la Carrera Oficial, lo que lleva a la cofradía de San Marcos a retrasar su horario de salida. El templo del evangelista abrió sus puertas cuando restaban diez minutos para las seis de la tarde. El Jerez intramuros empezaba a asumir entonces su cuota de protagonismo. La salida de la Hermandad de la Cena es sin duda uno de los momentos culminantes de la Semana Santa porque reúne todos los atractivos que se puedan imaginar.

El juego de luces que puede disfrutarse a esa hora en el entorno de San Marcos es inigualable. A ese espectáculo natural se suma la puesta en escena de la cofradía, cuyo paso de misterio constituye uno de los grandes patrimonios de la ciudad. Martín Gómez Moreno se hizo cargo de su cuadrilla de costaleros cuando apenas contaba 19 años de edad, comenzando entonces una nueva era para este oficio. El magisterio de la Agrupación Musical de la Estrella, de Dos Hermanas, contribuye a realzar sin duda el momento de la salida del Señor de la Cena.

Detrás, el soberbio paso de palio de Santa María de la Paz, un conjunto que tampoco tiene parangón en la Semana Santa andaluza. Antonio Torrent comanda a la cuadrilla de costaleros, contando el paso con el acompañamiento de la Banda de Música del Nazareno de Rota.

Una tarde de contrastes como la de ayer permite que coincidan en el tiempo momentos diametralmente opuestos. Mientras San Marcos se convertía en un auténtico hervidero de emociones con la salida de la Hermandad de la Sagrada Cena, la vieja collación del Salvador asistía silente a los primeros momentos en la calle del Cristo de la Viga. A esa hora no hay multitudes bajo los muros catedralicios, impregnados de un cierto aire de romanticismo. Jerez tiene la suerte de disfrutar en la calle una obra que en cualquier otro lugar del mundo estaría en una vitrina.

Eduardo Salazar es el capataz de un paso clásico donde los haya, que camina desprovisto de cualquier acompañamiento musical. José Manuel Otero manda a los costaleros del palio del Socorro, tras el cual la Banda de Música Virgen de las Angustias, de Sanlúcar la Mayor, interpreta alguna que otra marcha con evocaciones de otros tiempos.

Los mayores recuerdan a la Virgen de Amor y Sacrificio saliendo de lo que hoy es Sala Compañía. Hace más de cuarenta años la hermandad se trasladó del centro a la parroquia de Madre de Dios para poder estar más cerca de quienes padecían necesidad. Que a nadie extrañe por tanto el cariño que profesa la Plazuela a esta dolorosa, aunque vista de negro y no ofrezca concesión alguna a la estética. Poco después de las siete de la tarde se pone frente a frente de la Esperanza de la Yedra. Y todo el Lunes Santo parece detenerse.

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