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Ahora ya toca gobernar

Hay que olvidarse de los gestos, porque no significan nada. La gente vota para que gobiernen no para ver al alcalde en biclecleta

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Los Ayuntamientos se han constituido de forma oficial. Las alcaldesas y los alcaldes de las distintas ciudades  y pueblos del estado español han tomado ya posesión de sus despachos. Los nuevos concejales  ya este lunes no fueron a sus puestos de trabajo sino que se incorporaron a sus labores primeras en las Casas Consistoriales. Un tiempo nuevo parece haber amanecido en muchas capitales, en muchas ciudades, en muchos pueblos de este país que se sigue llamando España. Un nuevo tiempo por lo que a hacer política se refiere. Ahora hay que empezar a andar, hay que gobernar y hay que olvidarse de los gestos. El sábado fue una jornada llena de gestos, gestos que están muy bien pero que, a la postre, no significan nada, porque la gente vota para que gobiernen, no para ver si un alcalde llega en bicicleta o en un carro cojinete a la puerta de su Ayuntamiento; no para ver si el concejal de aquel partido va en pantuflas, bermudas y camiseta reivindicativa; ni siquiera ni para averiguar si los meñiques de los pies de la alcaldesa están dentro o fuera del zapato. Aquí lo que interesa es cómo cada quién gobierna su pueblo. Nada más. Eso es lo que interesa al ciudadano, ver que su dinero, el de sus impuestos, tiene  el destino conveniente; observar que en su casa los hijos en paro comienzan a encontrar acomodo; enterarse que en el barrio tal, la empresa cual se ha montado y eso va a ofertar al menos tres puestos laborales; levantarse y sentir satisfacción porque las calles están limpias, porque hay papeleras donde tirar el pañuelo de papel que le ha servido para limpiarse los mocos; llegar de noche a casa y sentirse protegido porque todas las farolas están encendidas; coger el coche y no cabrearse porque el delegado de Seguridad ha sido capaz de solucionar el tapón que cada día a las dos de la tarde se formaba en la vía de acceso a su barrio; mostrarse seguro en una posible enfermedad porque las necesidades hospitalarias de su comarca se han cubierto e incluso sentir orgullo de su pueblo porque el casco histórico, que parecía recién salido de una película de guerra, comienza a recobrar todo su sabor y todo su encanto.  Eso es lo único que importa. Lo otro...  

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