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Adiós a Ángel Mozo Polo, el altavoz de la historia de Cádiz

Perteneció al Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz y fue académico de la Real de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Durante años fue columnista de los periódicos del grupo de Publicaciones del Sur.

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  • Ángel Mozo (izquierda).

En la madrugada del pasado sábado fallecía en el hospital universitario Puerta del Mar el historiador e investigador gaditano Ángel Mozo Polo, a los 79 años de edad. Fue un gran conocedor del arte patrimonial de la ciudad, especialmente el religioso, así como estudioso de las hermandades y sus imágenes sacras.

Perteneció al Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz, del que era vicesecretario general perpetuo. También fue académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla. Asimismo ejerció durante varios años como articulista para los periódicos de Publicaciones del Sur, principalmente el Cádiz Información, y fue colaborador de las retransmisiones cofrades del desaparecido Canal Cádiz Televisión.

Mozo Polo tenía en su haber numerosas publicaciones relacionadas con la Semana Santa gaditana, entre ellas el libro La Real Cofradía de María Santísima de la Soledad y Entierro de Cristo, editado por la propia hermandad en el año 1992. Además, también colaboró en el portal de información cofrade Cádiz Cofrade con la contribución de numerosos artículos, siendo subdirector honorífico del portal-web.

Hombre siempre dispuesto a divulgar la historia de su querida ciudad. Los cofrades guardamos en la memoria las retransmisiones de la Semana Santa que compartió durante años con el periodista Justo Mata desde un palco en la Plaza del Palillero. Él fue uno de los encargados de aportar los primeros datos de las hermandades a los jóvenes que empezan a introducirse en ese apasionante mundo.

Mozo Polo era una fuente inagotable de riqueza y sabiduría y bastaba una pregunta para que las historias empezasen a salir a borbotones de su boca, enlazadas unas con otras. Cientos de curiosidades, algunas quedaron escritas y publicadas y otras se han ido con él porque no llegaron a imprimirse nunca. Su máquina de escribir lo acompañó hasta el final porque no le gustaba el ordenador. Hasta hace pocos años los becarios picábamos los artículos que enviaba a la redacción. Esos que venían con olor a tinta. Romanticismo puro. DEP.

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