Javier Fernández revalidó su campeonato del mundo de patinaje artístico en Bostón con un oro estratosférico, obra de un extraterrestre que eclipsó al favorito en todas las apuestas, el japonés Yuzuru Hanyu, que no pudo con el patinador español, en una nube merecida tras una actuación perfecta en el programa libre con el que consiguió el título.
Javier Fernández no deja de sorprender. Sin duda está a la altura de un Rafael Nadal o de un Pau Gasol, es uno de los mejores deportistas españoles que ha habido nunca. No hay duda. Y menos, cuando todos sus éxitos vienen desde un deporte con poca cabida en España que, gracias a él, poco a poco tiene más visibilidad en un país acostumbrado al fútbol.
Todo ocurrió en el City Garden de Boston, escenario donde hace unas décadas Larry Bird hizo historia en la NBA con los Celtics entre 1979 y 1992. El pabellón estadounidense acogió el duelo de dos patinadores excelsos, casi de otro planeta, sin apenas más rivales que ellos mismos y con el reto de lograr un título que casi de antemano tenía escrito el nombre de Yuzuru Hanyu.
La caída de Javier Fernández en el programa corto mientras ejecutaba su segundo cuádruple dejó medio título en manos del patinador japonés. Un fallo se iba a pagar muy caro y el español lo tuvo tal vez demasiado pronto. El oro, antes del programa libre, era casi intocable. Hanyu, lo tenía casi colgado alrededor del cuello, pero aún había partido.
Javier Fernández sólo podía hacer un programa perfecto y esperar los fallos de su gran rival, que, pese a una reciente lesión, demostró estar en un estado de forma excepcional, rozando la perfección, con una puntuación estelar en su primera actuación: 110'56, cerca de su mejor marca personal en un corto, 110'95.
Con la premisa de no errar y añadiendo dificultad a su ejercicio con un triple axel extra aparte de sus tres cuádruples, Javier Fernández saltó a la pista en la vigésimo segunda posición, por detrás de Hanyu, que ya había completado su ejercicio. Y, sorprendentemente, no fue perfecto: falló.
Hanyu aparentó cansancio. No tuvo el día, erró en una recepción en un primer cuádruple salto, después remontó con un triple axel y un triple toe perfectos. Pero después, volvió a hacer una mala recepción en un triple axel. Pese a que no fue estratosférico como en el Grand Prix de Barcelona en el que consiguió la mejor marca mundial jamás vista (330'43 puntos), alcanzó los 295'17.
El colchón que logró en su estreno sirvió al patinador japonés para mantener intactas sus esperanzas. Pese a sus errores, el oro, estaba muy difícil para Javier, que tenía que acometer un programa más que perfecto. Y lo hizo. Voló sobre la pista. Flotó sobre el hielo.
Para convencer a los jueces eligió la banda sonora de la película "Ellos y Ellas", escrita por Frank Loesser en 1955 para acompañar una historia ciertamente pícara protagonizada por Frank Sinatra y Marlon Brando.
El argumento, simple: Sinatra, un organizador de partidas exclusivas de dados en Nueva York, apuesta 1.000 dólares con Brando a que no es capaz de enamorar a una joven puritana del Ejercito de Salvación, una organización no gubernamental sobre la que llegó a escribir John Lennon cuando compuso "Strawberry Fields Forever "para the Beatles.
Javier Fernández no tenía que enamorar a ninguna chica. Sólo tenía que encandilar a los jueces. Lo tenía difícil. El trabajo del japonés era complicado de superar. No lo hizo todo bien, pero su esfuerzo parecía suficiente. Tenía 12 puntos de ventaja sobre Javier, que sumó 98'52 puntos del programa corto, con el pesado lastre de una caída mientras patinaba "La Malagueña".
Poco a poco fue encadenando saltos sin fallar ni uno. Todos perfectos. Sus cuádruples, el "salchow", varios triples toe... todo encajó en una sinfonía insuperable. El público en pie no dejó de aplaudir al torbellino que arrasó en el lugar por donde un día pisó Larry Bird.
La puntuación final no extrañó a nadie: 314,93 puntos, su mejor marca personal, por encima de aquellos 302'77 que consiguió en el Campeonato Europa de Bratislava. La victoria de Javier Fernández fue su consagración ante un rival indomable hasta este campeonato del mundo.
Yuzuro Hanyu ya no fue el muro infranqueable para el mejor patinador español de todos los tiempos y el mejor deportista de un deporte invernal que ha habido España.
Su oro eclipsó un programa libre que fue de menos a más, con un sonido variado, con Beethoven, Tchaikovsky, Mozart, Pink Floyd o The Beatles (el estadounidense Adam Rippon hizo vibrar a su parroquia con una mezcla en la que sonaron "Because", "Get Back", "Blackbird" y "Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (Reprise)".
Nombres como los del explosivo Max Aaron, el letón de 16 años Denis Vasiljevs, con un futuro prometedor, o los de Patrik Chan, Boyang Yin, Adam Rippon o el mismísimo Hanyu fueron apagados por un extraterrestre: Javier Fernández.