Mantengo que es una buena noticia de la que todos nos tenemos que alegrar, pero esta afirmación no impide el análisis de cómo el presidente, con la extraordinaria habilidad que le caracteriza, ha venido estirando, en términos mediáticos, el éxito innegable que ha supuesto el final de la frenética actividad diplomática. Éxito, que no se olvide, se basa, sobre todo en la realidad española, una realidad que sus antecesores, con sus aciertos y sus errores, han hecho posible.
Se ha reunido con todos: banqueros, sindicatos, patronal y lider de la oposición. Dicen que para recoger ideas, pero somos muchos los que creemos que lo que el presidente vaya a decir lo tiene pensado desde hace tiempo.
Son poco más de siete minutos lo que tendrá para hablar y ante un público tan heterogéneo como el que se va a dar cita en la jornada de mañana sábado, la lógica apunta a que lo importante es la eficacia del mensaje; es decir, su claridad de planteamientos y una muy concreta lista de objetivos.
Mezclar la reunión de mañana sábado con la lucha contra la pobreza o el cambio climático es llevar a los ciudadanos -a los que les interese el G-20- a la confusión. Que nadie se engañe. Ni se va a hablar del hambre en el mundo ni del calentamiento del planeta. Se va a hablar de dinero puro y duro, de cómo salvar a los que con gran impericia lo han venido manejando. Si el hambre en el mundo agobiara la mitad de lo que agobia la crisis financiera es muy probable que ni un solo ser humano se viera abocado a morir por falta de alimento.
Para confundir un poco más, desde Ferraz sale un documento cara a esta cita en la que se culpa de todo a los que ya se han ido, aquí en España, en este caso a Aznar, y en Estados Unidos y se apuesta por las tesis socialdemócratas como mejor receta para recomponer un orden justo y limpio. Legítima es la crítica política pero sólo una duda. ¿En cinco años no ha habido tiempo para modificar, aunque sea levemente, los errores generados por el gobierno Aznar en matería económica?
Como una es del plan antiguo soy de las que creo en el papel del Estado en época de crisis y, desde luego, en época de bonanza, pero cuando la realidad desborda, cuando ni los más expertos se ponen de acuerdo, cuando hay que contar lo mismo con España que con, ¡nada menos!, China, ideologizar soluciones financieras parece también muy aventurado. El documento de Ferraz suena más a argumentario para consumo interno del Partido Socialista Obrero Español que a discurso de Jefe de Ejecutivo que a estas alturas sabe de sobra, al menos, lo que no puede decir.
Se acabará la cita, se multiplicarán las interpretaciones y habrá nuevas reuniones y cada uno volverá a su casa en donde todos tienen sus problemas más domésticos, menos planetarios y, como en el caso de España, mucho más crueles como es el aumento vertiginoso del desempleo para el que el Gobierno toma medidas que ,como es lógico, son bien recibidas por los beneficiarios pero que distan mucho de afrontar el problema de fondo que no es otro que el buscar fórmulas para crear empleo.
Aseguran que para ello es imprescindible que fluya el dinero, que haya facilidades para el crédito y por ahí rondan 150.000 millones de euros para que las entidades financieras, además de arreglar sus cuentas, tengan fácil dar ese crédito tan necesario. Ayer acababa el plazo para acudir a la subasta y conseguir financiación. A la hora de escribir estas líneas no se sabe que nadie haya acudido a esa posibilidad. ¿Alguien entiende algo?