El PSOE y Ciudadanos viven desde hace año y medio una luna de miel con altibajos. A ratos se dan la mano, sobre todo en los asuntos de calado, y el resto del tiempo airean sus diferencias para escenificar ante sus respectivos electorados que en realidad uno ejerce como Gobierno y otro como oposición. Uno de esos incontables episodios afloró ayer en el Pleno del Parlamento. El partido de Marín consumó la noche del miércoles que garantiza una tramitación plácida a los Presupuestos sumando sus votos a los de los socialistas para tumbar las enmiendas a la totalidad y facilitar el avance hacia la aprobación definitiva en diciembre. Sólo un puñado de horas después, sin embargo, la formación de Albert Rivera saboreó la amargura al ver que uno de los puntales de sus reivindicaciones no es atendido como quisiera.
Intuyera o no el argumento, Juan Marín no aceptó de buen grado la respuesta de Díaz en la sesión de control. El líder de C’s la interrogó sobre cuándo piensa el Ejecutivo que lidera dar el empujón definitivo a la Ley de Emprendimiento que recibió el aval del Consejo de Gobierno en marzo. La presidenta le anunció que será en enero, que la norma será “pionera” y que mantiene el objetivo inicial de crear 60.000 empresas en cuatro años y generar 72.000 empleos gracias a una inyección presupuestaria de 160 millones hasta 2020.
El compromiso, incluido en el acuerdo de investidura que asentó a Susana Díaz en San Telmo, no recibió el aplauso de Marín. Ciudadanos, clave apenas 12 horas antes, le afeó a la presidenta que ése no es el texto que esperaban porque el Gobierno ha optado “por la fórmula más sencilla”. La clave, denunció, es que el texto circunscribe todo su énfasis a la economía rural y social, cuando debería servir para dar un espaldarazo a todos los emprendedores, provengan de cualquier sector. Si no hay rectificación, se “marginará” al resto.
Trump y Podemos
La sesión de control, por lo demás, caminó por cauces previsibles. La victoria de Donald Trump en la madrugada del martes al miércoles dio alas a Susana Díaz, que se sacudió los ataques de Teresa Rodríguez concluyendo que quizás Podemos y el futuro presidente de EEUU “beben de la misma fuente” populista. La líder de la formación morada se quedó más cerca, en Moncloa, para acusar a la presidenta de haber “liderado el golpe” contra Pedro Sánchez que “abrió la puerta” a la abstención que terminó por encumbrar a Rajoy.
Tuvo de Díaz de nuevo un exceso de bilis contra Antonio Maíllo. Al coordinador de IU, al que no le perdona que en dos años haya transmutado de compartir su Gobierno a pactar con Podemos, llegó a censurarle su condición de “gallito” por criticar la “desidia” con los planes de empleo. La pugna con Moreno Bonilla giró de nuevo en torno a la sanidad, esa “joya de la corona” que el PP cree que Díaz “ha empeñado ya”.
