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Inundaciones controladas para evitar los estragos del agua en Málaga

El doctor en Geografía y profesor de la UMA Antonio Gallegos publicará en breve su investigación con 50 medidas preventivas para combatir las inundaciones

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Parece paradójico, pero igual que se combate en espacios arbolados el fuego con fuego, es decir, se provoca en ciertas zonas incendios para que no avancen las llamas, el agua se puede combatir con el agua, o lo que es lo mismo, se pueden inundar ciertas zonas en casos de lluvias torrenciales, con el fin de que el líquido elemento no produzca más catástrofes en zonas habitadas.
Es una de  las muchas medidas preventivas (hasta 50) que el doctor en Geografía y Ordenación del Territorio y profesor de la Universidad de Málaga Antonio Gallegos propone en sus trabajos de investigación que en breve verán la luz en forma de libro.

Y es que tras las inundaciones de este principio de diciembre en Málaga, queda la sensación de que se  sabía que iba a pasar una vez más y aún así ocurrió. Las administraciones deben preguntarse por qué si hay lluvias torrenciales periódicamente y el comportamiento de los ríos se conoce de antemano,  no se ha actuado de manera preventiva. Ya se sabe lo que ocurre cuando el Guadalhorce sube de nivel y en la costa por la reacción de los arroyos. No se actúa preventivamente y solo hay un modelo de actuación postcatástrofe, con intervenciones de emergencias y ayudas para paliar los desastres y después a esperar. Claro, que lo que no se puede compensar es, como ocurrió el cinco de diciembre, la pérdida de vidas humanas.

Es difícil, dice Gallegos, paliarlo de forma total, pero si minimizar. En el caso del Guadalhorce hay posibilidades por ser una cuenca grande con muchas formas de actuación desde la prevención y la ordenación del territorio y el uso racional de las medidas preventivas; y aquí entra aquello de crear zonas donde se provoca la inundación para que ésta no se dé donde no debe y se quede antes de llegar a la zona urbana. El río necesita sacar ese agua y esa energía, si se inunda antes, no llega el caudal a las zonas donde se producen daños. Conociendo como actúa la naturaleza se hace igual que ella, porque debemos atender  a la experiencia acumulada por esta a lo largo de siglos.

Todo pasa por hacer un plan científico de las zonas inundables estudiando específicamente porque lo que vale para un río no vale para el otro, lo que es recomendable para el Guadalhorce no lo es para los cauces costeros. En Málaga no se ha corregido de manera preventiva la situación adecuadamente y, por ello, sobre todo si se atiende a que el fenómeno del Cambio Global apunta a que las lluvias torrenciales vayan a más y se concentren de manera más copiosa, hay que avanzar en este campo.

Gallegos asegura que se ha avanzado y hay mucha legislación pero ésta a veces no se aplica realmente o no está adaptada a la la realidad actual, sobre todo porque la ordenación del territorio choca con el desarrollo urbanístico que tiene como fin sólo el económico. A todo ello se suma la necesidad de trabajar en la reforestación de zonas perjudicadas en la zona alta de la provincia, para que se fije el terreno y se minimicen los efectos de la lluvia.

Un último apunte nos trae de nuevo a la capital: las imágenes de zonas como la Avenida de Juan XXVIII  inundada el cinco de diciembre hacen que haya  que poner en valor las soluciones que Gallegos ya ha apuntado en otras ocasiones, y que, básicamente, para su desarrollo dependen de la voluntad política y sobre todo, de la inversión del dinero suficiente, ya que son costosas: la causa, según Gallegos es que los materiales usados son muy impermeables, y el agua no puede sino formar balsas o correr por la ciudad, cuando el alcantarillado no tiene suficiente capacidad, se pueden instalar bajo las ciudades tanques de tormentas, pero hay zonas urbanas donde tampoco es viable, aunque queda la solución de suelos permeables, que permitan que el agua filtre.
Y reforestar en el nacimiento de las cuencas de los ríos que llegan a la zona urbana.

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