El catedrático de Arqueología Manuel Molinos Molinos (Jaén, 1954) es un hombre comprometido con la investigación, de la que no sólo ha hecho su profesión, sino una pasión desde sus inicios como profesor universitario, en 1987. Tras años de trabajo, afirma que los hallazgos de arqueología ibérica han sido “de lo mejor que le ha ocurrido a la provincia jienense” y que son un “motor” para devolver a esta tierra su autoestima. “Jaén es un lugar central en el mundo ibérico. Tuvimos un pasado glorioso y se puede volver a tener. Así lo comentó durante el desayuno informativo celebrado en el Parador Nacional, en el que adelantó sus proyectos como director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén (UJA), una institución que conoce como el puño de su mano, tras ocupar la subdirección del entonces Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, desde que se creara en 1998.
Desde entonces ha trabajado con Arturo Ruiz, su antecesor en la dirección del actual Instituto Universitario y compañero desde que lo conociera en 1975. La investigación, conservación, gestión y difusión de la arqueología ibérica desde el Instituto Universitario les ha permitido transferir historias, las del mundo íbero, hoy considerado a nivel internacional como una “alta cultura mediterránea”.
Pero los inicios no fueron fáciles. Empezaron dos profesionales y ahora son un equipo de treinta investigadores, con cinco proyectos en activo, entre otros del Plan Nacional I+D. “Hay pocos grupos de investigación en la Universidad de Jaén y en otras del país que tengan este volumen de investigación”, confirmó Molinos. Además, en la actualidad concretan un proyecto relacionado con el Turismo Social, con el que se creará un manual de buenas prácticas en materia de Arqueología para su difusión y puesta en valor, en el que participan centros de Italia, Bélgica y Estonia.
La etapa de Manuel Molinos en la dirección del Instituto Universitario ha comenzado planteando “pensamientos estratégicos” para contribuir al desarrollo del mismo. “Hemos llegado a un nivel de investigación muy alto y ahora debemos pensar en el futuro del centro”, dijo, reconociendo que deben plantearse qué quieren investigar, qué necesitan conocer mejor para profundizar en la historia y arqueología del mundo ibérico; además de trabajar en la investigación y en la gestión de la investigación, potenciando los laboratorios. Laboratorios como el de Paleoambiente, por ejemplo, les ha permitido conocer cómo es el paisaje de Jaén en la época ibérica; y tras los años de investigación, cómo era la organización social, los linajes, las clientelas, las riquezas que tenían y cómo los iberos convirtieron la agricultura en su forma de vida, además de otras cuestiones como la de género, ya que la mujer de la época tenía un papel más importante que el que hasta ahora se le ha otorgado. “Los broches de cinturón se han asignado al hombre como símbolo de estatus, sin embargo aparecen en tumbas de mujeres”, confirmó.
Molinos no entiende la investigación sin transferencia y señaló el laboratorio de Rutas Culturales y uno de sus resultados, el Viaje al Tiempo de los Iberos, un programa de actividades que ha calado en la sociedad. Uno de los referentes del programa ha sido el oppidum de Puente Tablas, que
Molinos definió como “el laboratorio” de la arqueología ibera en Jaén, y que desde febrero del año pasado suma un centro de recepción de visitantes.
La interdisciplinaridad en el Instituto ha sido “clave”, un “acierto” de su antecesor y él continuará. De
hecho, ha preparado el protocolo para volver a incorporar al Instituto como unidad asociada del Consejo Superior de Investigación Científica. “Nos permite abrir un campo amplio de relación entre investigadores. Seguramente lo hagamos con el Instituto de Arqueología de Mérida”, adelantó Molinos.
Mostró preocupación por el relevo generacional y se preguntó por la herencia que van a dejar, reconociendo que hay que continuar con la labor que desarrollan, ya que la transferencia del conocimiento está siendo un “factor estratégico para la provincia”.
Museo Ibero
Cuando se le pregunta por la proyección que tendrá el Museo Ibero de Jaén, Manuel Molinos no tiene dudas: “Cualquiera que quiera conocer la Arqueología de lo ibero tiene que venir a Jaén”. El catedrático reconoció que el Museo tendrá las mejores piezas y contará la historia del mundo ibérico, que según los especialistas de la Arqueología, está considerada una alta cultura mediterránea. “Será un referente internacional en materia de Arqueología ibera, además de un símbolo cultural de Jaén y su provincia”, reconoció.
Justificó su construcción en la capital no sin recordar el celo que demostró Juan González Navarrete como director del Museo Provincial de Jaén (desde 1967 a 1984), que ‘escondió’ el conjunto del yacimiento del Cerrillo Blanco de Porcuno en los depósitos y consiguió que la colección se quedara en Jaén. “Fue un logro y ahora justifica que la capital jienense vaya a tener un Museo Ibero”, dijo.
En esta línea, el catedrático reconoció que Jaén lo merece tras “cuarenta años de investigación y hallazgos trascendentales de la arqueología moderna como el yacimiento del Pajarillo de Huelma”…y porque Jaén tiene más de mil yacimientos arqueológicos iberos. “La provincia es una de las mayores concentraciones de asentamiento ibéricos del territorio nacional”, dijo Molinos.
Ante esta afirmación, el arqueólogo continuó que “lo ibero vende” y que aún queda trabajo por hacer para implicar al tejido social, especialmente a los ayuntamientos, para que se den cuenta de que “lo ibérico es estratégico para un municipio”.
En definitiva, el Museo ofrecerá un discurso histórico sobre la vida ibera, con piezas llenas de historias que los investigadores han documentado.