La capital vivió este sábado una fiesta deportiva y social histórica con la celebración de la XXXIV Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón, que congregó a 12.000 corredores, entre profesionales y amateur, adultos y niños, en una cita de enero que es el orgullo de Jaén y su gente.
Éste ha sido el primer año en la historia de la prueba que la celebración ha cambiado su fecha original, pasando al sábado más cercano al 16 de enero. El éxito estaba garantizado porque el primer día de las inscripciones se agotaron los dorsales, pero la cita había que vivirla y los participantes lo hicieron y de qué manera.
El primer pistoletazo de salida lo escucharon los participantes de la carrera infantil. Al terminar la prueba, los menores se convirtieron en público y animaron a los adultos en una prueba de 10 kilómetros que dejó momentos inolvidables, además de subidas y bajadas.
La salida de este año fue por cajones y los primeros en vivir la San Antón fueron los corredores de élite. El atleta catalán Carlos Castillejo, tres veces olímpico, se proclamó ganador tras 30 minutos y 30 segundos, dominando con autoridad la competición. En el kilómetro cuatro escapó con dirección a la meta y abandonó la compañía del olímpico jienense Sebastián Martos, Miguel Ángel Ruiz y del marroquí Mohamed Lansi.
El ganador hizo 50 segundos menos que Sebastián Martos (0.31.19), que en los últimos metros superó a Ruiz, que fue tercero con 0.31.23.
Por su parte, Mohamed Lansi y el internacional Javier Díaz Carretero acabaron cuarto y quinto, respectivamente.
En mujeres, la marroquí Nazha Macroch, del Unicaja, logró el triunfo con 35 minutos y seis segundo, por delante de la valenciana Elena García (0.36.19) y la etíope Rehima Serro (0.36.37).
La emoción de los 10.000 corredores adultos se hizo palpable desde el minuto uno. Desde el momento de la salida hasta el cruce del puente del Gran Eje. Desde la primera de las subidas por la Avenida de Madrid hasta el paso por primera vez por el parque de La Alameda, complicado por las aglomeraciones, para seguir ‘sufriendo’ por la cuesta de Senda de los Huertos, ante la esperada llegada a la plaza de Santa María para ver la Catedral. Y así hasta la línea de meta, con calles abarrotadas de personas de todas las edades que dieron aliento a los corredores, que tuvieron la oportunidad de experimentar sensaciones incomparables. Antorchas que iluminaban y daban calor, más gente que el año pasado en la calle dando gritos de ánimo, pequeños con las manos abiertas para que les chocaran los participantes…En definitiva, se respiró la ilusión de poder celebrar una prueba que engrandece a Jaén y que habla de su gente.
Y durante y tras la prueba deportiva, los jienenses disfrutaron de las 22 lumbres prendidas en la ciudad, degustando vino, rosetas y carnes. Jaén olía a tradición y fiesta. Entre las incidencias, el Ayuntamiento retiró el monigote de la lumbre del Bar Barbotín al lucir un traje de Policía y ante la indignación de la Unión de Policía Local.
Lumbres como la de los barrios de Expansión Norte, Loma del Royo, el Polígono del Valle o La Merced congregaron a centenares de jienenses en una noche fría que convirtieron en más cálida.
La hostelería (ruta de la tapa y menú del corredor) llenó bares y restaurantes en una noche de sábado en la que Jaén se echó a la calle para recibir a visitantes y disfrutar de la Fiesta de San Antón.
‘Juanete’ vive sus 25 años en la San Antón con sus amigos
Detrás de cada participante de la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón hay una historia personal, de esfuerzo y sacrificio, pero hay casos para aplaudir como la de aquellos que a pesar de sus discapacidades físicas quieren estar en el punto de salida y llegar a la meta como uno más. Fue el caso de Juan Antonio Moreno, más conocido como ‘Juanete’. Sufrió un accidente en 1989 que lo dejó en sillas de ruedas y desde 1992 participa en la San Antón. Fue idea de su padre, Francisco Moreno, que lo ha acompañado siempre junto a amigos y familiares que no han dudado en empujar su silla. Esta edición ha cumplido 25 años de participación continua en la San Antón y ha vuelto a vivir una experiencia única.