Camposoto se ha ganado a pulso convertirse en el centro del Halloween de la Bahía de Cádiz. Por lo menos. Y la verdad es que hay mucho trabajo detrás, de los vecinos de las distintas asociaciones de la zona, de la familia Lamela... Trabajo del que no se cobra, del que cuesta dinero, tiempo, horas robadas al tiempo...
Desde las diez de la mañana estaban maquillando en la nave cercana al cementerio que cada año crece en una esquina de la finca, en la carretera del cuartel. Desde las diez de la mañaña "sin parar", que quiere decir sin almorzar. Quizá algún tentempié sin dejar de maquillar, pero poco más. Y tanto las maquilladoras como los maquillados, que tienen que estar horas y horas con las cremas en las caras, en las manos...
El pago son las cientos de personas que desde más de una hora antes esperan en la valla con paciencia más o menos bien llevada a que aparezcan las momias, un pueblo entero de campesinos estadounidenses, amish, mormones... Una mezcla de ambos.
Este año, además, con la galería del terror en uno de los extremos del cementerio por la que fueron pasando esas centenares de personas. Igual que en el local social de las asociaciones de vecinos, donde el túnel del terror ya es un clásico.
No es sólo el local social o la finca de los Lamela. Son las calles, el Parque de las Huertas, las perpendiculares y las paralelas a paralelas y perpendiculares las que han hecho de Halloween una fiesta que ya es patrimonio de la zona sur de La Isla. Porque ellos -y ellas- lo valen.
