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San Fernando

La vida en un hilo: "Habíamos generado una cosa que ya no existía"

Al investigador de San Fernando se le deben importantes descubrimientos que han conseguido salvar vidas, alargar otras y esperanzar a muchos. (VIDEO)

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Las cosas se inventan a su debido tiempo y hay muchas cosas que están ahí pero no se ven. Hasta que alguien inventa un aparato capaz de verlas, contemplarlas, estudiarlas y sacarles provecho.

Y sobre todo, investigar, que es una cualidad innata del ser humano -aunque unos son mejores investigadores que otros- mantiene a la gente joven. Y no está mal aclarar que unos son mejores investigadores que otros porque unos tienen unos medios que otros no tienen. Pero también unos esperan más a que lleguen los medios y otros los buscan.

Sea como sea, la conferencia del doctor José Revuelta Soba -el médico, científico, investigador de talla mundial que tiene una calle en La Isla, que es su pueblo y le da achare pasar por ella- venía a decir que queda tanto por inventar que no queda tiempo para quedarse parado. Máxime cuando se trata de investigar sobre un órgano que no se puede parar.

No quería Revuelta Soba “aburrir” al público “y que se me vaya” y preparó un tema tan extremadamente complejo como el interior del corazón de forma que todo el mundo entendiera de qué se hablaba.

Incluso cuando comparaba el corazón humano o una parte de él que sólo se ve con un microscopio de gran potencia con una galaxia lejana o parte de una galaxia, que sólo se ve o se adivina con un telescopio de una potencia extraordinaria. 

Presentó el corazón como una estructura tremendamente compleja y tremendamente bella, como para compararla con el templo de la Sagrada Familia, con los puentes más importantes, con las galaxias más lejanas.

Y explicó ese órgano que a simple entendimiento es de una fragilidad que asusta, como un órgano de una increíble fuerza y vigor capaz de pasarse toda una vida funcionando, latiendo.

Si es fuerte un corazón que late 108.000 veces en un día -poco más o menos- o lo que es lo mismo, 39.500.000 de latidos en un año. Y además se rejuvenece a sí mismo cada veinte años, también poco más o menos, cambiando las células viejas por las nuevas.

Pero el corazón, comparándolo con una catedral, con un puente atirantado, con la arboladura de un barco, con cualquier estructura de la que forman parte innumerables piezas, también tiene su propia estructura completa que dista mucho de la imagen exterior, la que se conoce en su integridad pero que sólo reconocen los que sienten la emoción de descubrir en el interior del corazón.

Revuelta Soba es de esos afortunados que pueden escudriñar el interior del corazón, no simplemente para mirarlo y admirarlo, sino para descubrir en él esas cosas que ahora, después de muchas investigaciones, han salvado muchas vidas humanas y van a seguir salvando porque va a seguir investigando.

Y lo más crucial de esa investigación es saber no sólo como arreglar un corazón roto -físicamente roto, que la otra rotura sólo la cura el tiempo- sino por qué se rompe un corazón.

La vida en un hilo
Los muros que lo sostienen, los cables que atan las partes y les permiten moverse, esa infinidad de cuerdas que forman las geometrías comparables a las grandes catedrales, los puentes atirantados o las lejanas galaxias, son capaces de estar toda una vida en movimiento, pero también romperse. Quizá un hilo de pocos milímetros, pero suficiente para que parar un corazón, el órgano que no se puede parar. No se debe.

A eso se dedica Revuelta Soba -y a otras muchas cosas, claro, a encontrar los materiales que suplan a esas maravillas naturales que a veces se rompen y que hasta ahora no han encontrado un repuesto de garantía.

Para encontrar esos hilos que aguanten lo que quedan de esos 108.000 latidos diarios -poco más o menos- ha ido a visitar a quienes se dedican a fabricas los materiales para construir un tren en el desierto, que precisan materiales capaces de resistir el peso del tren y las temperaturas extremas.

O a aquellos que se dedican a fabricar zapatos y ropa deportiva en general, lo suficientemente dura para aguantar lo más posible su uso. Gore-tex, por ejemplo, que no esperaban que alguien apareciera por esas naves de investigación buscando un hilo para amarrar un corazón roto y que además no volviera a romperse. Si fuera posible.

Por esos laboratorios americanos ha estado el investigador de San Fernando, tantos años afincado en Santander ejerciendo como médico, como catedrático de Cirugía, como investigador con los mejores.

El problema que planteaba es que los hilos de sutura, como los mismos tendones del corazón que mantienen atadas las partes, tienen una memoria de flexión y un punto de rotura, el punto en el que hay más presión o más roce,  como cualquier material y todo lo probado mantenía esa espada de Damocles sobre el paciente.

Lo que descubrieron fue un material que no tenía ese punto de rotura porque actuaba como una cadena, por eslabones, y en las cadenas el movimiento se alterna entre unos eslabones y otros.

El Gore-tex está hecho de carbono con enlace de flúor, que es lo que hace que actúe como una cadena y se reveló ideal para sustituir cuerdas mitrales, por poner un ejemplo.

Y la sorpresa
La sorpresa no fue sólo encontrar un hilo de sutura capaz de funcionar sin memoria de flexión, sino que además con el paso del tiempo apenas se podía discernir cuáles eran los hilos naturales y cuáles los artificiales. Lo mejor que puede ocurrir porque quedaban cubiertas de tejido endocárdico.

“Ahí creció algo pero no lo podíamos demostrar”, decía Revuelta Soba y fue entonces cuando se refirió a las palabras de Eduardo Battaner, un astrofísico que dijo que “en la Ciencia, los descubrimientos se producen cuando llega su momento. Ocurren cuando se desarrollan instrumentos más precisos que aportan nuevos datos sobre los que pensar”.

Cuando se inventó ese microscopio más preciso pudieron ver por microscopía electrónica “que no únicamente se había recubierto el hilo de Gore-tex, sino que se había generado estructura totalmente parecida -igual, diríamos- a una cuerda tendinosa. Habíamos generado una cuerda, una cosa que no existía”.

¿Entienden en esta última frase el título de la conferencia?.  “La emoción de descubrir en el interior del corazón”. ¿Sólo “descubrir”? Porque no son dioses.

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