El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) ha atendido durante el pasado año a 545 menores, 37 de ellos en la provincia de Huelva, en su Servicio de Atención Psicológica a Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas de Violencia de Género, un programa que la Junta de Andalucía presta desde 2009 al considerar a los hijos como víctimas directas del maltrato machista.
La coordinadora onubense del IAM, Eva Salazar, ha remarcado que este dato muestra la "evidente vulnerabilidad que sufren los hijos víctimas de la violencia vicaria que ejercen los agresores como consecuencia directa de la violencia de género".
Por ello, ha vuelto a pedir al Gobierno central "máxima celeridad" en la aplicación legislativa del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aprobado en el Congreso de los Diputados el pasado año, y que contempla (en sus medidas 143 y 144) evitar la custodia compartida en los casos de violencia de género e imponer la suspensión "del régimen de visitas en todos los casos en los que el menor hubiera presenciado, sufrido o convivido con manifestaciones de violencia".
La responsable del IAM en Huelva ha lamentado "la desprotección ante la que se están encontrando los hijos de mujeres víctimas" y ha recordado que el pacto, refrendado en el Parlamento español, contempla "las modificaciones legislativas necesarias para otorgar seguridad a las víctimas menores" de violencia de género, incluso encontrándose éstas en situaciones de jurisdicción internacional, en línea con el reciente Convenio europeo de Estambul, compatible con el Convenio de la Haya y de carácter obligatorio para los estados miembros de la Comisión Europea.
Desde su puesta en marcha en 2009, el Servicio de Atención Psicológica a Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas de Violencia de Género ha llegado a 4.200 menores víctimas de la violencia vicaria en el conjunto de la comunidad autónoma.
Se trata de un programa que el IAM presta para mejorar el bienestar psicosocial y atender las necesidades socioeducativas de los hijos e hijas víctimas, de entre seis y 17 años, con el fin de aumentar su autoestima, resolver conflictos psicológicos derivados de su situación, potenciar actitudes y comportamientos empáticos, así como eliminar los estereotipos y prejuicios de género.
Con respecto a las madres, se les enseña a identificar señales de alarma previas a la reproducción de conductas violentas por parte de las hijas e hijos, a mejorar las relaciones entre madre y menor y a orientar sobre las pautas educativas más adecuadas a cada edad.
El programa, que se prestaba inicialmente en los centros provinciales del IAM, ubicados en las capitales, amplió en 2014 su cobertura, acercándolo a las zonas más alejadas y con mayor demanda de atención, ahorrando así tiempo y costes de desplazamiento a las personas usuarias.
Salazar ha recordado que los niños que, desde edades muy tempranas, están expuestos a la violencia de género en sus hogares corren el riesgo de reproducir esos patrones o sufrir secuelas que lastren el resto de su vida. A ello se añaden los problemas derivados del derecho del maltratador a los regímenes de visita, que puede dar lugar a que el menor se convierta en víctima directa como instrumento de daño del agresor hacia la madre (violencia vicaria).