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Sevilla

Pasión por El Rocío en miniatura

Desde hace 15 años Miguel Palomar Sánchez, de 66 años y vecino de Gines, tiene una pasión que hace que no hay un rincón de casa sin una carreta rociera a escala

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  • Miguel Palomar Sánchez con sus carretas a escala. -

Desde hace 15 años Miguel Palomar Sánchez, un hombre de 66 años y vecino de Gines (Sevilla), tiene una pasión que hace que en su casa no haya un rincón sin una carreta rociera a escala, siempre con la premisa de que todas reproducen la que preside los cortejos: la del simpecado.

En su casa de la calle Guadalquivir de este pueblo situado a 15 kilómetros de la capital sevillana, las carretas se mezclan con la decoración normal de la vivienda, los simpecados de las hermandades conviven con las fotos de la familia, y el color plateado de los varales es parte del paisaje de la vivienda en cualquier rincón.

La afición de Miguel forma parte de las charlas de los vecinos en una calle que, cuando la visita Efe, tiene todo preparado para iniciar el camino de la hermandad del pueblo hacia El Rocío, con lo que la exposición que monta en la puerta de su casa no para de recibir visitas, con una veintena de la colección del casi centenar de carretas que ha fabricado hasta ahora.

"En esencia, intento que las réplicas sean lo más fieles posibles, con todos los detalles que tienen las carretas originales, y siempre utilizando materiales reciclados", explica Miguel, que tiene todo el tiempo del mundo para sacar adelante esta afición, una vez jubilado de su labor como camionero y hostelero.

Cada día, cuando todavía no ha amanecido, se pone con la tarea, a partir de fotos de las hermandades en su camino y detalles de las carretas, hasta que en un día tiene el formato principal, y poco a poco va tomando forma la carretea que finalmente llega a la estantería de su casa.

La base principal tarda una jornada en tenerla lista, y entonces hay que esperar para encolarlas, proceso que es el más laborioso de toda la fabricación, pero el que, a su vez, aporta más robustez al trabajo final de este artesano.

Inicialmente, comenzó como una afición, pero con el paso del tiempo hay algunas personas que le ha gustado tanto que le han llegado a hacer encargos, y entre ellos cita las carretas de la Virgen de la Bella, patrona de Lepe (Huelva), que ha realizado por encargo de vecinos de esta localidad, rompiendo la norma de que sólo haya hermandades rocieras en su colección.

Lo que sí destaca es que algunas las ha tenido que hacer después de varios ensayos, aunque otras, como la de la hermandad de su pueblo "fue la que me costó menos trabajo", debido a la gran cantidad de veces que la ha visto muy de cerca, porque ha sido hermano mayor y ha tenido varios cargos de responsabilidad directiva en una hermanad que este año cumple su 90 camino rociero.

Una de las cosas de las que presume es de que "cuando me hacen un encargo, ninguna carreta es idéntica a la anterior, porque todo, desde lo primero a lo último, se hace a mano, artesanalmente", completándolas con estampas que reproducen lo mejor posible la imagen del simpecado, aunque en el caso de La Bella, las personas que se las encargan le aportan una pequeña reproducción de la Virgen que se puede comprar en la localidad.

Todas las carretas se completan con una base en la que es colocada, donde se sitúa el nombre de cada hermandad, con un clavo que las sostiene en pie desde la yunta de bueyes en miniatura, con el fin último de buscarles sitio, aunque el Ayuntamiento de su pueblo ya le ha dicho que le gustaría montar una exposición en un local público para que todos los vecinos puedan verlas de cerca.

Miguel resume su afición en que "soy rociero desde siempre, vengo de una familia de carreteros", y de hecho fue siete años alcalde de carreta de la hermandad sevillana, con lo que se une esa afición al instinto que tiene en su día a día, "porque todo lo que me encuentro lo voy recogiendo, y todo lo aplico a las carretas para terminarlas".

Su afición es única en un pueblo en el que, afirma, hay muchas personas que tiene carretas a escala en su casa, "pero hechas a base de dinero, tras comprar todas las piezas y unirlas, pero estas están hechas a mano y con la mente", afirma.

Bromea explicando que en su casa ya no le dejan meter una carreta más, pero asegura que "es mi afición, mi distracción, y en lugar de estar haciendo cosas por ahí esto es lo que hago en mi día a día".

De momento, faltan en su colección hermandades como la de El Viso del Alcor, que este año estrena camino rociero, pero ya es un proyecto en marcha para comenzar a trabajar en él en cuanto vuelva a casa la próxima semana.

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