A la próxima remesa de camisetas 'bleus', la multinacional Nike deberá incorporar una segunda estrella que distinga a la selección francesa como bicampeona del mundo.
Es una condecoración merecida por el plantel que dirige Didier Deschamps, tras coronar un Mundial excelso con un postrero triunfo (4-2) ante el combinado de Croacia.
Este domingo, en el estadio moscovita de Luzhniki, los galos encontraron el triunfo que perseguían desde 1998. Con el técnico de Bayona como hilo conductor -capitán del grupo entonces, en Rusia ejerció como seleccionador-, el joven plantel replicó aquello que 20 años atrás había funcionado bajo la dirección de Aimé Jacquet.
Fabien Barthez tiene su contestación en Hugo Lloris, del mismo modo que Lilian Thuram en Benjamin Pavard. Los Laurent Blanc y Marcel Desailly de antaño son los Raphael Varane y Samuel Umtiti de ahora. Stéphane Guivarc'h, cuestionado como '9' en 1998, se mantuvo en el equipo titular. Como Olivier Giroud, a pesar de su desacierto.
La velocidad y plasticidad de un juvenil Thierry Henry se asemeja sobremanera a la propuesta de Kylian Mbappé. Y, a imagen de Zinedine Zidane, Antoine Griezmann se consagró en el escenario más imponente.
En la concentración del equipo en Istra muchos se refirieron al '7' galo como 'Grizou' aunque el atacante del Atlético de Madrid prefiere como apelativo 'Grizi'. Antoine, en todo caso, se coronó campeón del mundo con 27 años, uno más que los que contaba en la época el talentoso exjugador del Juventus.
Según explicó Laurent Blanc en declaraciones a FIFA.com, aquel equipo basó su éxito en tres palabras: trabajo, alegría y victoria.
Didier Deschamps eligió en la antesala de la final otro tridente. "Debemos jugar con serenidad, confianza y concentración", subrayó.
La tarea del técnico de Bayona fue especialmente metódica desde la dolorosa derrota encajada en la final de la Eurocopa de 2016.
En dos años modificó 14 de las 23 piezas del equipo para presentarse en el Mundial de Rusia con una plantilla ilusionante, por talento y media de edad.
"Se trata de un equipo joven, por eso mucha gente decía que era demasiado temprano", analizó Alain Boghossian. "Pero todos sabíamos que en Francia no valía con ser tercero o cuarto. Es más, ¿quién se acuerda del subcampeón? Para mí, como exjugador, exentrenador y aficionado de Francia, lo único aceptable es ganar", apuntó.
Con ese requerimiento, Didier Deschamps "creó un equipo a su propia imagen", explicó Blaise Matuidi, titular en la final ante los Vatreni. "Ha tratado de recrear su glorioso pasado como jugador y ha funcionado. No es casualidad", agregó.
Él es uno de los jugadores que mejor ejemplifica la fuerza y potencia física de esta escuadra francesa, capaz de batirse cuerpo a cuerpo con Argentina, Uruguay y Bélgica, con un derroche que trasladó a los seguidores hasta 1998.
"Nuestra preparación física fue prácticamente perfecta. Crecimos a lo largo del certamen y llegamos al último partido en un estado de forma óptimo. Creo que en el duelo final, ante Brasil (3-0), físicamente fuimos superiores", convino Laurent Blanc.
El alborozo resonó en aquel vestuario tras el definitivo duelo en Saint-Denis. En el del estadio de Luzhniki explotó tras la sexta victoria en siete partidos (empataron ante Dinamarca, en el tercer compromiso de la fase de grupos).
Hasta ese momento la dicha fue comedida, pero tras la victoria ante el conjunto croata la satisfacción derivó en euforia. Francia volvió a gritar al mundo que es campeona.