Uno anda con las dudas a la hora de escribir estas líneas por el inesperado giro que pueda dar algunos de los muchos temas que conciernen al gobierno de España. Nos están acostumbrando a desmentidos, rectificaciones, cambios de rumbos y contradicciones en breves espacios de tiempo. Por ello no me atrevo a hablar de la posible dimisión de la ministra de Justicia, no vaya a ser que cuando estas líneas vean la luz ésta ya se haya producido.
Dolores Delgado ha perdido los papeles. No sólo por las grabaciones que nos están ofreciendo en estos días en relación a su conversación en el excomisario Villarejo, sino por la cantidad de “rectificaciones” (sí, entrecomillado el término) que se han venido produciendo. No extraña que su Ministerio, en tan corto espacio de tiempo, haya tenido ya tres directores de comunicación. No es más que un síntoma de que la política de comunicación del Ministerio y la ministra es un auténtico galimatías.
Si volvemos la vista atrás los cambios de criterio en la defensa del magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena fueron los que comenzaron a poner en disparadero a la ministra y su política de comunicación: brillaron las sucesivas rectificaciones. Ahora de nuevo vuelve a estar en el centro de todos los focos por las negativas y las afirmaciones. Todo esto huele a falsedades, y no hay que ser un lince para llegar a esta conclusión.
Por mucho que las encuestas del CIS arrojen esos datos de una supuesta ventaja electoral del PSOE, en el seno del partido se viven días de angustia y de zozobra. La división se hace patente y las viejas heridas se reabren de nuevo. Heridas que quedaron pendientes de cicatrizar después de aquel intenso fin de semana del 1 de octubre del pasado año, en el Comité Federal del partido. Hay quienes afirman que una situación así no puede aguantar mucho más tiempo.
El Senado reprueba a la titular de Justicia (primera ministra del Gobierno de Pedro Sánchez en ser reprobada) y Sánchez sigue su periplo americano como si no pasara tal cosa. El resto del Ejecutivo contesta con monosílabos el supuesto apoyo a Dolores Delgado, palabras que no llegan a la consideración de ni tan siquiera un gesto.
El Gobierno, con su presidente a la cabeza, debe reaccionar. La convocatoria de elecciones es la única salida para poner orden en este desolador panorama. Nadie entiende a comprender que si los datos del CIS le son tan favorables no aproveche la cresta de esta ola. O será que incluso esos datos de las encuestas también serán rectificados. Como todo. Y en sólo unos días. O unas horas.
