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Cómo lograr que niños y adolescentes confíen en sí mismos

Si el contexto familiar en que se crían los niños y adolescentes genera un sistema de protección adecuado, favorecerá una personalidad más estable y segura

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  • Para educar niños y adolescentes seguros y confiados en sí mismos es crucial las referencias o modelos que les ofrezcamos. -

¿Esto es fácil hoy en día? Rotundamente No. La vida de los padres y madres del  siglo XXI es muy diferente a la que han tenido otros progenitores en el sigloXX y no debemos ser ingenuos; la realidad del comportamiento, tal y como demuestra la historia de la psicología está condicionada en gran medida por el entorno cultural, social y económico que viven las sociedades: el avance tecnológico que se ha producido en el mundo occidental es tan intenso que ha acelerado la velocidad en que se vive y como consecuencia, ha incrementado el nivel de estrés de las familias. Esto junto con la situación laboral, el consumismo cada vez más en alza, provoca que los progenitores no piensen tanto, no se paren en tomar decisiones con un poco de tiempo. Antes no pasaba esto; así en  la segunda mitad  del S.XX el discurso más repetido por parte de los especialistas en familia era que “más que el tiempo, lo que importaba en la educación de los hijos era la calidad”. Ese discurso se ha quedado obsoleto porque sin un poco de tiempo, ¿cómo es posible que haya calidad?

De ahí que,  sumidos en la velocidad de la vida de este siglo, se cometan errores y se sobreproteja a los hijos, con las graves consecuencias que esto tiene para sus vidas. A veces, incluso puede coexistir junto a este estilo, la falta de límites; aunque no necesariamente.

Falta de límites, incoherencia educativa, sobreprotección, pasarse a un estilo en el extremo del permisivismo, conllevan a una falta de rumbo por parte de los hijos/as, a veces a una actitud tirana y otras a la desesperanza.

En esa evolución de la que se ha hablado y fruto de los avances tecnológicos, no todo es negativo. Nunca todo es negativo cuando la sociedad avanza. Esto significa que, gracias a ellos, se ha llegado a prosperar mucho en el conocimiento del cerebro y ha dado luz y cuerpo científico a la psicología y a la neurociencia.

¿Cómo influye esto en lo que estamos hablando? Que desde aproximadamente el 2006,  no se ha dejado de estudiar en este sentido y uno de los resultados es la corroboración de la influencia de las emociones en todos los órdenes de nuestra vida, en nuestras toma de decisiones.

El contexto familiar no es una excepción. Tal y como ya expuse en el VII Congreso Nacional de Terapia familiar: la importancia de la educación emocional familiar. Porque para mejorar el mundo de nuestros niños y niñas, es necesario realizar acciones y estrategias que faciliten una estabilidad en el desarrollo socio-emocional. Así que se hace evidente que los padres puedan ser portadores de los principios que están en la base  de la inteligencia emocional, cuyo pionero fue Goleman (1995).

¿Cómo se pueden materializar estos aspectos para que desde pequeños se pueda facilitar la toma de decisiones con más seguridad  en un mundo cada vez más complejo?

Si pensamos en la etapa de la adolescencia, lo primero a tener en cuenta es que los progenitores que no han sabido los límites  en la etapa anterior (de 6-12 años) lo van a tener muy difícil porque la adolescencia (que no es una etapa de conflicto por sí misma) conlleva una mayor vulnerabilidad porque se están produciendo cambios fisiológicos y psicológicos a gran velocidad y de manera inestable.

Decir No siempre es duro para los progenitores, pero un No a tiempo facilita la adaptación de los chicos. Si un adolescente no lo ha recibido antes, será más difícil para los padres que lo asuma en ese momento. 

El adolescente se está gestando su identidad y esto le hace pasar por etapas en las que ese proceso va a culminar de manera sana en una identidad definida. Los adultos no nos acordamos, pero esto no es fácil de sobrellevar en general.

Por eso, se les facilitaría mucho el camino si en el origen de sus vida se recibe una disciplina con coherencia y una comunicación que haga llegar las normas desde la autoridad (el respeto) y haga vivenciar la importancia del afecto.

El adolescente se está transformando y lo hace porque:

- Cambian sus intereses y su percepción del mundo.

- Se sienten perdidos no siendo conscientes de que su mente y su cuerpo están intentando definir su identidad.

- Esto genera que pueda haber una distorsión entre los progenitores y ellos e incluso, entre el mundo adulto y el de ellos.

- O sea, lo ponen todo en cuarentena porque ahora van a comenzar a tener su inicio de su propio sentido crítico.

- Esto no suele gustar a los adolescentes porque los padres también necesitan un espacio de adaptación y no suelen ver con buenos ojos que sus hijos crecen.

- De lo anterior surge el conflicto.

- Habrá momentos en los que el adolescente solicitará a sus padres consejo, apoyo y otros en los que preferirá que no sepan de su vida, que no se involucren. A su vez necesitarán que sus padres confíen.

- Los otros van a comenzar a ser referentes muy importantes.

Ante este escenario, ¿cuáles son las acciones que pueden ayudar a que los padres manejen mucho mejor esta etapa adolescente?

A modo de síntesis, expongo los siguientes puntos a tener en cuenta:

1.- Poner normas claras a sus hijos y apuntarlas para no estar repitiendo todo el tiempo (esto desgasta mucho).

2.- El punto anterior dejará claro que no hay que ser COLEGAS de los hijos. Ellos ya tienen los suyos.

3.- El estilo que más facilita que los hijos entren en normas el Estilo Positivo en el que la comunicación de las normas se hace de manera neutral, sin autoritarismo, pero cumpliendo con coherencia y donde hay un espacio de comunicación afectiva para no mezclar las acciones. Esto deja muy claro a los hijos las pautas a seguir.

4.- Tienen que tener actividades extraescolares complementarias a su formación académica para que puedan desahogarse de manera personal. Las vinculadas al deporte o al arte son las más facilitadoras. Los padres no deben utilizarlas como moneda de cambio de la disciplina. Si se quiere que el adolescente aprenda a gestionar sus emociones, hay que darles recursos.

5.- Hay que ir dejando poco a poco libertad a los adolescentes, que estará vinculada a la edad, éxito académico, gestión de la cotidianeidad; en especial. Estos son los puntos que si los padres se concentran, se puede facilitar que vayan tomando decisiones de manera más segura para sus vidas.

6.- Controlar con absoluta claridad el uso de las máquinas. La gravedad en este sentido es muy elevada. Hay que eliminar riesgos de adicciones y de otras influencias muy negativas porque no olvidemos que en la red está todo y mucho de ello no es bueno.

7.- Es un gran momento para sentarse con los hijos a ver series de televisión. No es necesario que a los padres les guste mucho. Ese rato puede ayudar a identificar los intereses de sus hijos, a conocerles mejor, incluso puede que el progenitor aprenda algo que a veces se olvida. Hay que estar al tanto del mundo de los hijos si se quiere entender cómo intervenir con ellos.

8.- Dejar que los amigos vayan a casa y que su hijo vaya a casa de ellos; esto les dará la oportunidad de conocer a su familia, tener los teléfonos de los padres, ponerse de acuerdo para recogerles si salen; etc. Hay que manejar el control del hijo, pero con sutileza, sobre todo porque hay que proteger su integridad.

9.- Y proteger no es sobreproteger. Esto lo han tenido que entender en las fases anteriores; pero si no ha sido así, buscar la manera de hablar con los tutores, orientadores de los centros educativos, solicitar información con algún experto en psicología familiar ayudará a reencajar las pautas en esta fase.

10.- Los padres que ponen bien las normas y escuchan las necesidades afectivas de sus hijos, sin mezclar estos dos aspectos, caminan de manera más fácil por el mundo adolescente. E incluso, lo disfrutan.

La educación, una larga ruta de montaña

Me gusta decir a los progenitores: “la educación de los hijos es como empezar a andar una larga ruta por la montaña. Hay que hacerla por etapas, hay que tener el material adecuado, hay que descansar, hay que resistir, hay que disfrutar, hay que escuchar de los que saben, hay que pensar, hay que planificar… Nosotros, los padres y madres, somos los guías de esta expedición y los niños, bien enfocados son grandes aprendices y hasta grandes maestros, si están bien dirigidos… Es una experiencia única en la vida, que requiere su tiempo para que tenga calidad y es voluntaria en la mayor parte de las ocasiones… Al final, el objetivo estará cumplido si cuando sean jóvenes son estables, independientes y seguros… habrá merecido la pena hacer las actuaciones con constancia, coherencia y desde la base…” ¿Dificil? Sí,pero todo lo importante lo es y lo mejor, que es posible.

 

* La doctora Pilar Berzosa es psicóloga clínica y terapeuta familiar, además de directora del Centro Psicológico Intelecto (Jerez de la Frontera) y docente de la Facultad de Psicología de la UNIR.

 

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