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La ilusión tintinea en Algeciras

Sólo en 2019 se dieron cita 27.000 personas en el Arrastre de Latas. Tras el recorrido por el centro, se concentran en el Llano Amarillo y esperan a los Reyes

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a llegada de los Reyes Magos cada año a Algeciras tiene un sonido muy particular, el del tintineo de las latas que los niños arrastran por las calles. Cada 5 de enero la ciudad se despereza con el sonido metálico deslizándose sobre el pavimento para atraer a sus majestades de Oriente y que no olviden cumplir con los niños algecireños.

Esta tradición, recuperada en la década de los noventa del pasado siglo, vive desde entonces un auge que incluso ha provocado que se extienda a localidades cercanas.

Sólo en la edición de 2019 se dieron cita 27.000 personas, según datos de la Policía Local de Algeciras. Tras el recorrido por el centro, se concentran en el Llano Amarillo para esperar el desembarco de Melchor, Gaspar y Baltasar, que la víspera del día de los Reyes Magos arriban en barco a la ciudad antes de recorrer, por la noche, las casas de los niños algecireños para dejar sus regalos. Para ello, tras tocar tierra, les es entregada la llave de la ciudad. Su llegada es celebrada con una gran fiesta en la que no faltan regalos y golosinas para los pequeños, que viven el que para ellos supone, sin duda, el día más ilusionante del año.

Uno de los aspectos que denota la gran aceptación que vuelve a tener esta tradición entre los algecireños es la sofisticación que han adquirido los diseños. Si bien se siguen utilizando diseños sencillos, con varias latas atadas o ensartadas a una cuerda, también se pueden apreciar verdaderas obras de ingeniería. Tanto es así que desde hace unos años se organiza un concurso en el que participan las obras de muchos niños que, con ayuda de padres, familiares y allegados, en general, elaboran esculturas de latas que merecen la admiración de los algecireños. De hecho, estas obras se exponen durante las fiestas en una sala, antes de que la víspera del día de Reyes sean arrastradas por la ciudad.

Los algecireños de más edad y los historiadores que se han interesado por esta tradición explican que tiene sus orígenes en el siglo XIX. Ya entonces los niños recorrían Algeciras arrastrando cualquier elemento metálico que tuviesen a mano, ya fuesen juguetes de lata rotos, chatarra, restos de enseres, etc., todo ello ensartado en un cordel. El objetivo era hacer todo el ruido posible para que los Magos de Oriente pudiesen localizar la ciudad y sus hogares.

Lo que no está tan claro es el motivo que podría despistar a los Reyes para pasar de largo por Algeciras. Los estudiosos aluden a motivos económicos (los padres de la época explicaban que los Reyes podrían no encontrar la ciudad, como explicación para los pequeños) y meteorológicos, porque Algeciras quedaba, y queda, en ocasiones oculta bajo la niebla. Ese segundo argumento inspiró un cuento, de Juan Ignacio Pérez, titulado El gigante Botafuegos.

Este relato expone una leyenda sobre el origen de esta práctica, que fue una reacción de los niños para llamar la atención de los Reyes Magos, quienes no podían ver la ciudad debido a que el gigante encendía cada 5 de enero una gran hoguera para cubrir la ciudad de humo y que los niños no recibiesen sus regalos. Esta leyenda tuvo gran calado entre los niños y ha sido origen de otras iniciativas posteriores en torno a la misma, como un cortometraje, un videojuego e incluso tuvo su hueco en televisión en el programa de Los Lunnis

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