La chirigota de José Antonio Vera Luque revolucionó el teatro desde que comenzó a interpretar una presentación que sigue agradando al público a pesar de ser la cuarta vez que la interpretaban.
La tanda de pasodobles resultó magnífica. Primero, con una letra dedicada al Vaporcito y que sirvió, además, para criticar la labor de los políticos que prometieron su restauración. La segunda, de mayor nivel aún, fue para los grupos de la comparsa de Juan Carlos Aragón y Manolo Santander, nombrando uno por uno a cada componente y rematando con Manolín Santander. El teatro acabó en pie.
Los cuplés, de nuevo de tres en tres, resultaron otra genialidad absoluta. Para un chino de abajo de su casa; para la cámara que se le pone a los bebés para dormir; para María del Monte y Javier Ruibal; para Uber y Glovo... incluso para Juego de Tronos los dos últimos, reconociendo que "son tantos cuplés que nos los pisamos nosotros mismos".
