A simple vista puede parecer al contrario pero siempre, en todos los casos, es más difícil y arriesgado bajar que subir. Ahora que tanto se habla de desescalada, a nadie se le escapa que estamos, quizá, ante el momento más complicado a la hora de tomar decisiones. Porque la decisión de escalar (decretar el Estado de Alarma y todas las decisiones consecuentes) pudo ser dura o severa, pero tenía era relativamente fácil de aplicar puesto que, salvo alguna casuística puntual, la norma era de general e inmediata aplicación. Pero ha llegado el momento más complicado.
Todo es nuevo y hay muchas cuestiones en el aire incluso, entiendo, para los más expertos en la materia. Por tanto, es tiempo de ilusión por creer que vamos venciendo a la pandemia y porque parece que poco a poco iremos recuperando la socialización tan necesaria en nuestras vidas. Pero al mismo tiempo es momento de inquietud por ver si los pasos que se van a dar reportarán resultados correctos o no.
Pero todo el mundo admite ese nervio de no saber si la decisión es la correcta o no. Pero lo que no puede asimilar una persona es que el capitán del barco no tenga un plan, no lleve semanas trabajando en preparar este día. El plan podrá ser equivocado o no, pero como seguro nos equivocamos es sin plan. Y ésa es la sensación que está dando este Gobierno de la yenka donde al tiempo que dice una cosa ya va preparando una rectificación y donde siempre da los detalles otro día más adelante, generando un clima de dudas, de preguntas sin respuesta.
No hay más que ver cómo anunció a todos los españoles la decisión más importante desde la aprobación del decreto de Estado de Alarma el presidente del Gobierno para saber que el plan no está aún dibujado ni terminado y que aún pueden llegar cambios a lo anunciado hasta que la orden ministerial sea aprobada en el BOE, ese gran desconocido que se ha convertido en el nuevo libro de cabecera. ¿O es que acaso pensaban que este día nunca iba a llegar?
En momentos de turbulencias, no hay nada peor que desconfiar del piloto. Y en este caso, mucho me temo, el piloto se ha ganado la desconfianza de la mayoría de los españoles.
