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Alcalá la Real

«¡Llegan los hippies!»

Etnosur, con sus incondicionales y con sus detractores, celebra una nueva edición que arrancaba anoche y se prolongará hasta el domingo

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  • Ambiente en el Paseo de los Álamos, en la mañana de este viernes. -

Mediado el mes de julio, cuando la solanera arrecia sobre el tórrido hormigón en las calles ardientes, de las que se levantan invisibles volutas de calor, hasta Alcalá la Real comienzan a arribar viejas furgonetas y vehículos de exótico pelaje. Del asombro o estupefacción de los primeros años se ha pasado ya a la asimilación, de tal modo que el vecindario lo recibe y acepta como una cosa que viene con el año. Una señora que pasea cerca del ferial, haciendo visera con la mano, otea el horizonte, y alza al viento una exclamación: «¡Ya vienen los hippies!». De la entonación empleada no puede deducirse si hay alegría o resignación en sus palabras… Ha llegado Etnosur.

Diga lo que diga la retórica oficialista, la relación entre Alcalá y Etnosur no ha sido nunca fácil. A poco que uno pregunte por ahí pueden hallarse opiniones de todos los colores, desde el que se planta sus pantalones bombachos y no se pierde un concierto, hasta el que se informa de las fechas del festival con seis meses de antelación para hacerlo coincidir con sus vacaciones y no aparecer por aquí ni por equivocación. El término medio está en el alcalaíno condescendiente que lo ve como un fenómeno curioso y que, en el peor de los casos, no tardará en pasar. Está también el que se parapeta en su casa y no sale ni para comprar el pan, y está, por supuesto, el que no se pierde un taller y le encanta ir gratis al teatro en sesión matinal a ver una película subtitulada, de Cabo Verde, en la certeza de que cualquier cosa que abra y expanda la mente no puede ser mala.

Etnosur, con su pátina cosmopolita y su conciencia de marca, se ha mantenido como una cuestión poco menos que intocable durante ya más de dos décadas, pero también ha sido arma arrojadiza entre partidos políticos, a cuenta casi siempre del más que generoso dispendio que supone cada año para las arcas municipales. Y es que sostener la idoneidad de que un Ayuntamiento se funda en cuatro días más de 300.000 euros en un pueblo en el que mucha gente las pasa canutas no es tarea fácil. Nacido con el fenómeno de los festivales veraniegos, allá por los noventa, su acierto fue el de hacerse un hueco y un nombre en esa jungla, en la que dicho logro no era una conquista baladí. Hoy, con un panorama bien distinto, de competencia feroz entre decenas de grandes citas estivales, pugna por mantener su idiosincrasia y singularidad en medio de la multitud.


Paseo de los Álamos, en la mañana de este viernes.

Hay que decir, por todo lado, que sobre Etnosur ha gravitado casi siempre la consideración de que era algo que se hacía en Alcalá, pero sin Alcalá. En ello seguramente haya influido el hecho de que su dirección fue siempre externa, algo que se ha mitigado solo de forma muy reciente. Aunque se hiciera para beneficio de Alcalá,  se ha diseñado históricamente desde fuera, sin que Alcalá llegara a pintar mucho. Esta gobernanza exógena no ha jugado a favor de hacerlo sentir como algo propio…

Los fundamentos de Etnosur, sin embargo, siguen siendo sanos: el pacifismo, la solidaridad, la lucha contra las desigualdades, la defensa de los marginados, el feminismo, la interculturalidad, el cosmopolitanismo. Tal vez estas bases le han ayudado en su largo recorrido y en su éxito. Alcalá se ha aferrado a él como a ese vástago, que sin ser perfecto, es, tal vez, su mejor legado, o al menos, el que ha adquirido más fama. Etnosur, por su parte, también se ha ido agarrando a Alcalá, porque no olvidemos que sin Alcalá, Etnosur no sería nada.

Sea como fuere, Etnosur cumple un año más con nosotros. Con Estrella Morente como cabeza de cartel, y tras el aperitivo de ayer, el festival arrancará en serio este viernes. Hasta Alcalá traerá también nombres como Iseo & Dodosound, Minyo Crusaders, Querbeat, Afrotronix, Héctor Guerra, Dry Martina, Tito Ramírez o Ara Queen of Drums, entre otros. ¿Qué no conoce usted a ninguno de ellos? No importa. Quizá sea la ocasión ideal para hacerlo. O si no, siempre puede pasarse por los talleres, por el cine, por el foro… Etnosur, con sus amigos y enemigos, sigue siendo, más o menos, esa ventana al mundo que un día nos vendieron, y a la que, por supuesto, no es obligatorio tener que asomarse.

 

 

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