Llamaron sobremanera la atención -por el fondo y la forma- las frases pronunciadas por el presidente andaluz y líder del Partido Popular, Juan Manuel Moreno Bonilla, en un mitin en la reciente campaña de Castilla y León: “Por Dios, por Dios, sacad un buen resultado y que tengamos una mayoría suficiente, que lleguemos a las elecciones andaluzas con una mayoría suficiente”. Ni hubo buen resultado ni mayoría suficiente. Así que el panorama es otro. ¿Cuál es?
Las elecciones andaluzas tienen de margen de celebración hasta noviembre. Pero parece que la fecha más conveniente podría rondar por los meses de septiembre o de octubre. Largo y cálido verano de por medio, creación masiva de empleo estival, despliegue más consolidado de los fondos europeos, normalización de lo que haya de suceder en Castilla-León, crisis popular de Madrid ya con tiempo de haber sido solucionada, con el insoluble pleito Casado-Ayuso ya sofocado… En definitiva, si lo que se busca es un escenario propio andaluz nada más adecuado que distanciarlo en el tiempo y en la problemática de lo nacional, de los castellano-leonés y de cualquier contaminación externa a Andalucía. Es el panorama ideal para quien gobierna. ¿Con Olona, de Vox? Lo que toque, sin duda.
La oposición a la izquierda del PSOE bien haría en leer adecuadamente los resultados regionales de Madrid, de Cataluña, de Castilla y León y sacar las consecuencias adecuadas. Unirse es la primera. IU-Podemos lo intenta. La ensoñación en política produce cadáveres exquisitos. El voluntarismo izquierdista o andalucista “fetén” se ha estrellado históricamente y en esta ocasión no iba a ser menos. ¿Qué razones tiene el electorado para decidirse por el trotskismo andaluz o por el andalucismo cuatrodecembrista? No hay iluminismo que ilumine la falta de pragmatismo.
El PSOE precisa dejar de mirarse su enorme ombligo y apostar por representar el nuevo paradigma que dice defender. En la sanidad y la educación públicas, en la innovación, la tecnificación y digitalización de nuestros activos estratégicos -turismo, agricultura, industria naval, aeroespacial o química…hay propuestas para armar con solvencia la tercera revolución que exigen los andaluces. Para ello falta decisión.
El discurrir político hasta la convocatoria va a tener un curso sin sobresaltos notables porque ni PSOE ni PP están interesados en el adelanto electoral. Castilla y León lo ha frenado en seco.