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Solidarios

Estamos ahora en España en una grave crisis económica, que a mí y a otros muchos españoles, aunque la notamos, no nos desestabiliza demasiado, por lo que la podemos aguantar...

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Estamos ahora en España en una grave crisis económica, que a mí y a otros muchos españoles, aunque la notamos, no nos desestabiliza demasiado, por lo que la podemos aguantar, reconociendo que estamos dentro de ella al igual de otros muchos países, y lo que sí me inquieta y preocupa ahora es que hay un número bastante elevado de españoles que lo están pasando bastante mal, lo que se continuará incrementando día a día a lo largo del siguiente año y pudiera ser durante algunos más.

Pienso que ante estas situaciones tan negativas los más pudientes y los que estamos todavía a flote debemos ser de alguna manera solidarios con ellos, bien contribuyendo con dinero o alimentos, la pluma o la palabra, ya que todos son aportaciones de solidaridad hacia los más débiles, a los que muy poco o nada tienen y en este último año están pasado apuros, porque sin merecerlo ni esperarlo les llegaron las vacas flacas con el despido o la falta de trabajo desde años anteriores o con un trabajo basura, que les durase sólo unos cuantos de meses, pero tengo que aceptar que muchas empresas están en malas condiciones, en donde se vende bastante menos de lo que se produce.

Los Bancos de Alimentos son organizaciones humanitarias atendidas por personal voluntario, sin cobrar nada, que en gesto altruista se dedican a organizar y favorecer con los productos que les llegan de empresas generosas, a todas aquellas personas que se encuentran en situaciones difíciles de alimentación.

Y pienso que ser solidarios con los más desfavorecidos no es solamente una entrega humanitaria, sino bastante más, un sentimiento loable que engrandece a las personas, y ahora en esta situación económica en donde en España con cuarenta millones y pico de habitantes se ha llegado a tres millones de desempleados, que no sólo son ellos los perjudicados, sino la esposa que no trabaja y también los hijos, por lo que se puede considerar que son ocho o nueve millones los que se encuentran en estas situaciones.

Y no es de ellos la culpa, ni tampoco de las empresas que no pueden tolerar la caída del negocio, sino los más culpables, aunque lo puedan disculpar de alguna manera, son los mandatarios de esta nación, aquellos que viéndolo venir, y sabiendo que existía, por convenirle no tomaron las medidas oportunas, y aunque la crisis ha llegado a muchos países, para nosotros ha sido en grandes medidas por haberse jugado desde el gobierno con el ocultismo, la indiferencia o aparentando que aquí no sucedía nada importante, de cara a unas nuevas elecciones, según la opinión generalizada.

Y las malas gestiones en todos los aspectos después se pagan, y ahora nos estamos encontrando que cada vez acuden a los comedores de caridad y a Cáritas un elevado número de personas a las que se le han acabado el paro obrero y tienen que hacer frente no sólo a la comida de la familia, sino también a los gastos de agua, luz, butano, portería, prestamos y un largo etcétera. ¿De dónde va a salir el dinero? La solidaridad de otros ciudadanos puede paliar en algo las necesidades de esas familias que vivían con cierta holgura apenas hace unos meses, pero ya todo se acabó y mayor será cuando entremos en esa recesión anunciada y tan temida, si no surge un milagro.

Ya no sé qué pensar, pero sería necesario que para paliar algo esta tremenda situación se envíen más alimentos a los centros de almacenaje y distribución y aumente el personal dedicado a ello, y que los ayuntamientos e industrias incrementen su solidaridad, porque al fin y al cabo y refiriéndome al Banco de Alimentos de Algeciras, que atiende a toda la comarca, son los ayuntamientos los que debían estar muy agradecidos, porque quitan el hambre a un número determinado de sus ciudadanos que están bajo sus responsabilidades, por lo que deberían aportar esas pequeñas cantidades que son necesarias para que el trabajo que se efectúe sea lo más eficaz posible, y que nunca se sienta la incertidumbre del cierre, por falta de algún pago del alquiler de la nave, que eso resultaría vergonzoso además de insolidario.

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