Meses atrás, daba la bienvenida desde este mismo espacio, a la iniciativa literaria que el escritor Jaime Alejandre hacía realidad a través de Los ocho a las ocho en el “Libertad 8: “una serie de recitales de poesía que convocan cada mes a una heterodoxa tripulación de poetas “hazversos” unidos por la insensata empresa de encontrar dudas y certezas imperecederas en un mundo que se tapa los oídos y cierra los ojos creyendo que sobrevivir sea vivir”.
Al par de esta sugeridora aventura, se editan unos cuidados volúmenes que, a modo de antología, sirven para dar a conocer la trayectoria lírica de los intervinientes. A punto ya de clausurarse este primer curso de 2010, ha llegado el turno de dos mujeres con personalísimas voces.
Siete poemarios y muy diversos galardones jalonan la obra de Carmina Casala. Poetisa de largo aliento y nostálgico cántico, ofrece aquí una variada summa de su modulado y moldeado decir : “El poema me da lo necesario./ Con él hago la paz y algún converso./ Hilvano mucho amor. Rezo. Descanso”, escribe en el soneto inicial. En verdad, es el Amor tema que lleva bien hilvanado a su pluma y que refiere desde sus más distintos ángulos: la dicha, el daño, la fiebre, el recuerdo…, y que abriga instantes de alta temperatura lírica. “Tú me abrazas sin prisas,/ navegas por mis playas sin tregua al desaliento,/ te arrodillas, me observas,/ rozas con timidez algún objeto inútil/ y enrojeces, y callas, y después parpadeas./ Dices que soy alegre, y hermosa/ y que me amas./ Y entonces te perdono”.
Mas sus ecos se amplían y se detienen en la observación apasionada de un universo que explora de distintas formas. Por ello encuentra sitio para la elegía, para el desvelo, para los sueños, para el ayer.., pero siempre con la feliz certeza de que no hay mejor remedio que el desahogo que brinda la autenticidad de su verbo sanador: “Yo tengo la palabra./ La mía (…) Tengo palabras. Pocas./ Tus palabras, poeta mío./ Yo, amén, te amo”.
La poesía de Julieta Valero (Madrid 1971) somete a la realidad a un atractivo juego de contrarios donde la sorpresa y la reflexión se aúnan en un original puzzle lírico. Con tres libros ya editados -el último, “Autoría”, Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad (2010)-, su quehacer se reafirma en la búsqueda de un itinerario tentador, inquietante, que siembre en el lector la necesidad de preguntarse por la unívoca intimidad de su alma: “Los días cabalgan en los días,/ porta un recuerdo de sí todo lo que se rompe,/ la ciencia del collar rige a los mortales./ Pero tú nunca, unánime nunca, nunca cielo de ti”.
Desde la otredad de una mirada cautivadora, la autora madrileña se sumerge en una alfaguara de quimérica incertidumbre, por donde asoma el apasionante azar del futuro, las pupilas dolientes que anuncian la muerte, el fuego amante que no alivia la duda…: “Me he enamorado de esta armonía convicta donde suceden cosas bajo el título de nuestra edad”.
Lo solitario e innombrado, la desnuda conciencia, el rostro del pensamiento, la sed del abismo… se cobijan también bajo estos versos que adormecen y curan la soledad.
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