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Martes 28/05/2024  

"Mater tua mala burra est"

La fama es un intangible. Lo mismo que el honor, la honra en sentido genérico, el buen nombre, la decencia, la honradez o cualesquiera otra de las palabras que ensalzan la personalidad y el resumen de una vida, aspectos fundamentales para el normal discurrir de cualquier ser humano.

La pasada semana un columnista amigo, muy amable y generoso, hacía un paralelismo sobre lo que hubiera sucedido de haberse producido cualquier hecho que hubiera impedido a Mariano Rajoy aclarar que sus palabras en relación al ministro de Fomento no eran más que la repetición de otras anteriores salidas de la boca del ahora hombre fuerte del gobierno, Pérez Rubalcaba. Yo mismo, en mis comentarios de la semana pasada, ponía de manifiesto algo parecido en relación a la consideración de los políticos tras conocer la sentencia que exoneraba de responsabilidad a Luis Pizarro por sus descalificaciones hacia Javier Arenas. Los próximos meses, no tengan la menor duda, van a asistir a la permanente y grosera campaña electoral. Y no dudo en calificarle de tal manera a la vista de los antecedentes que los tres últimos meses van a servir de punto de partida. Desde la distancia que me da la lejanía, física por motivos de las fiestas y, de alguna forma, también política, hago un retroceso en el tiempo hasta hace ahora casi doce años, principios del 99, y me doy cuenta de que poco ha cambiado.
En Estepona, aún hoy, el mejor arma de descalificación masiva es el pasquín. La simple fotocopia repartida parabrisas a parabrisas, comercio a comercio y buzón a buzón, en un tono sórdido, carente de inteligencia, de foto amplia e igual de amplio titular, se convierte cada cuatro años en el instrumento que sustituye a los más avanzados informes de los gabinetes y responsables electorales. El Partido Socialista, ha quedado claro desde el primer momento, ha optado por esta cutre vía. Ya se han comenzado a ver por la ciudad los primeros ejemplos en contra del candidato popular a la alcaldía de Estepona con el motivo - peregrino donde los haya - del ejercicio de su profesión. No crean que es el único formato. Si acuden ustedes a Internet, la acusación le acercaría de forma irremisible a la segunda guerra mundial. Olvida quien hace la vomitiva página que en sólo siete pasos de árbol genealógico cualquiera de nosotros podría ser relacionado con los ilustrados que permitieron a Napoleón campar a sus anchas en nuestro país hasta la rebelión del 2 de Mayo.
Son, pues, múltiples las formas de hacer presión para conseguir la baja y los daños colaterales en las filas del enemigo. Ayer mismo, me cuentan, en pleno salón de plenos, un concejal, ante la insinuación de la financiación de los gastos de la campaña del año 2007, le respondió a su interlocutor con aquello que le dijo el paciente al dentista tras apretarle sus partes nobles: vamos a no hacernos daño. Queda otro sistema, éste mucho más sibilino, del que tuve conocimiento largos años atrás cuando un compañero de trabajo recién llegado a la localidad en un alto cargo, le buscaba las cosquillas a un subordinado. Éste, carente de categoría profesional para defenderse, amenazó con lanzarle un rumor. Tú no conoces este pueblo, vino a decirle, te convierto en lo más indeseable con sólo lanzar, en el sitio oportuno, el más inoportuno comentario. Avisado quedas.
Éste, no les quepa la menor duda, habrá de ser otro de los caminos utilizados por los adversarios políticos y, por qué no, por los enemigos. Esos que están más cerca. En cierto sentido, ya ha comenzado. Las pequeñas batallas, deslealtades internas, rumores y filtraciones interesadas, han comenzado hace tiempo. La necesidad de buscar un hueco hace que todo deje de tener valor y sentimientos que parecían sólidos se pierdan.
Si a esto le añadimos el nivel intelectual medio de quienes llevan a cabo estas acciones, les sucederá como a la gran mayoría de quienes, sin conocimiento previo, se tomen la molestia de traducir la frase que da título a esta colaboración. Que no es otra que “tu madre enfermó por comer manzanas podridas”. Cosas del latín.

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