El otro día, leyendo donde se suele leer, me pareció encontrarme entre un grupo de niños en vísperas de los Reyes Magos, conscientes de que el Heraldo Real nos estaba ilustrando sobre la alta gama de juguetes a los que debíamos aspirar ante tantos rumores de que, dando marcha atrás, las cosas no parecían ser como desde que teníamos uso de razón nos prometían algo así como, a los mayores, el oro y el moro. A los niños, desde siempre, se les ha ido engañando dependiendo de sus padres, abuelos y tíos y, como a nosotros nos viene sucediendo desde que ni siquiera nos llegaran a adjudicar una de las sedes de la Expo-92, que por obras y méritos nos merecíamos, mientras el oro y el moro se lo daban a quienes, al menos por ser más listos, pudieron convencer al padrino/padrinos de turno, y así alcanzar esa hegemonía y/o riqueza que desde siempre ha venido a demostrar que no pasamos de ingenuos o tontitos…
El otro día, un poco centrados ya en el tema, me entero de que en Sevilla van a tener una segunda línea de metro que dará servicio a 30.000 vecinos, algo así como la cuarta parte de la población de simplemente la Huelva-capital, y donde aquí tardamos más de hora y media para ir y venir a Sevilla. Sí, pero fíjense el contraste cuando volviendo atrás, leo que el intocable Pedro Sánchez “no aclara si la alta velocidad llegará antes de lo previsto. Sí, ¡a, ja, ja y mil veces ja’. Al hilo de titulares sigo leyendo que “el anuncio en Sevilla del presidente del Gobierno sobre el enlace ferroviario en menos de una hora” con Huelva no concreta qué tipo de vía -yo sí lo vi claro días antes- ni qué plazos, manejan para este proyecto”. Bueno, y hasta me dan ganas de reír cuando lo de Huelva aparece varias páginas antes como en las de Huelva y lo del metro sevillano entra en bastantes páginas más adelante…
El otro día -bueno, esto no es ninguna adivinanza- leo precisamente en una revista de economía que “Adif continua con el proceso de renovación -¿lo sabían al menos los parlamentaros de Huelva en las dos cámaras?- de las traviesas en diversos tramos (¿) de la línea de ancho comercial entre Sevilla y Huelva”. ¡Ozú¡, qué tranquilidad, bueno, a medias, porque sigo leyendo que “esta actuación incrementará la fiabilidad (¿) de la infraestructura y redundará en la mejora de la conexión ferroviaria -habría que puntualizar- entre ambas ciudades, así como en las circulaciones de la línea C5 del núcleo de cercanías de Sevilla. (El pensamiento nos lleva a preguntar en qué túnel estamos parados como si de alguna de esas frecuentes averías se tratase).
El otro día pensé que don Pedro -en Falcón, claro, no podría- se dignaría a venir a Huelva, siquiera por cortesía, y quizá porque aquello no sería tan relevante, ya que -sigo leyendo- “Adif ha adjudicado dos contratos para la renovación de traviesas en dos trayectos de la línea -la de siempre, claro- por un importe superior a 3 millones de euros. Los trabajos incluyen -déjense de tomaduras de pelo en Adif y Moncloa- la descarga y posicionado de nuevas traviesas monobloque -¡¡¡albricias, albricias, albricias!!!-, en sustitución de las bibloque, así como soldaduras y neutralización, descarga de balasto y nivelación, alineación y perfilado dela vía con maquinaria pesada”.
La verdad es que me gustaría conocer el grado de indignación de esas fuerzas vivas de Huelva -si es que realmente existen- para haber preguntado a don Pedro que si al difundir la noticia no han confundido Sevilla con la Huelva-Zafra y, terminado el ingenuo don Pedro “no aclara si la alta velocidad llegará antes de lo previsto: de lo contrario ¡a esperar 25 años más” para compensarnos de tantos y tantos engaños que serían fiables si vinieran a Huelva y los onubenses se echasen a la calle como aquel 3 de marzo que sí de algo nos sirvió. Sí, demasiadas incógnitas y engaños a cambio de balsas contaminantes y vertederos industriales que no regalan a quienes siempre están por encima de nosotros. ¡Ah! Y a todo esto, ¿se habría atrevido don Pedro a decir aquí lo que leo en la revista de economía sevillana? Todo esto, en suma, me recuerda aquellas corralas de antaño. ¡Ja, ja, ja! Eso.
