Andalucía
El atún de almadraba se exhibe como reclamo turístico y gastronómico
Zahara de los Atunes, Barbate y Conil de la Frontera celebran en estas fechas ferias y fiestas gastronómicas en torno al atún salvaje.
La captura del atún rojo en las almadrabas gaditanas se convierte estos días, en plena temporada, en un reclamo turístico y gastronómico en las localidades de Barbate, Conil de la Frontera, Zahara de los Atunes y Tarifa, donde se organizan desde rutas para presenciar una "levantá" hasta exhibiciones de cocina.
Las cuatro almadrabas gaditanas, que cada año pescan unos 5.000 atunes rojos en su paso por aguas del Estrecho con un artesanal sistema de más de tres mil años de historia, se han convertido así en un punto de atención para el turismo.
Por ello, el buque almadrabero Francisco Varo sale cada día, pero no en busca de atunes -como hace medio siglo- sino con medio centenar de turistas, que se acercan a este arte de pesca por paisajes como los acantilados de Barbate o el cabo Trafalgar, según informa el Patronato Provincial de Turismo de Cádiz.
Además de las "levantás", Zahara de los Atunes, Barbate y Conil de la Frontera celebran en estas fechas ferias y fiestas gastronómicas en torno al atún salvaje, tras un despiece conocido como "ronqueo".
Numerosos restaurantes y cocineros de la zona se afanan por demostrar la versatilidad de sabores y recetas de este pescado, creando tapas y platos que van desde lo más tradicional a lo más innovador, desde clásicos de la zona como el atún encebollado, a atún en salsa de naranja al tataki de atún.
Los pueblos donde se ubican las almadrabas celebran demostraciones culinarias, pasacalles, conferencias, proyección de documentales para festejar esta tradición que arranca con los fenicios en la costa gaditana y se mantiene de forma artesanal hasta hoy en día.
El Centro de Interpretación de la Almadraba, en el Puerto de Barbate, también se ofrece como un referente para adentrarse en el mundo de la almadraba, con proyecciones audiovisuales, maquetas, objetos y fotografías, así como una caja escénica que exhibe incluso una animación infográfica.
El Centro de Interpretación, una iniciativa, como la de las rutas en barco, de la Consejería de Agricultura y Pesca para apoyar la diversificación económica del sector, muestra la migración del atún rojo y la privilegiada situación geográfica del Estrecho de Gibraltar como lugar de paso para su pesca.
Un lugar en el que los visitantes pueden acercarse desde a los instrumentos de la almadraba, hasta a sus altos valores nutricionales o a la estrecha relación que existe entre las almadrabas y Japón, uno de principales consumidores de atunes rojos salvajes.
Así las almadrabas potencian y exhiben sus valores mientras ultiman ya su temporada, en la que, como desde hace años, se enfrentan a su supervivencia como pesquerías dadas las restricciones a la captura de atunes rojos impuestas por los organismos internacionales para preservar el futuro de esta codiciada especie.
Este año las almadrabas tienen asignada una cuota de 630 toneladas, que consideran insuficiente y aún esperan incrementar con la compra de derechos de pesca a terceros países o adquisiciones del fondo de maniobra, como ya ocurriera en temporadas anteriores, siempre defendiendo que son un sistema de pesca sostenible.
Las almadrabas defienden así su tradicional sistema de captura, uno de los más antiguos del mundo, y que consiste en establecer a unos tres kilómetros de la costa una línea de redes con unos 34 metros de fondo.
En sus migraciones por aguas del Estrecho, entre los meses de julio y agosto, los atunes quedan atrapados en estas líneas de redes.
Para su captura, las embarcaciones rodean las redes hasta hacer llegar los atunes al denominado colador, única parte que tiene fondo. Los pescadores echan entonces una red, que luego van levantando hacia la superficie para seleccionar los ejemplares que por su tamaño y su peso están listos para convertirse en uno de los manjares más apreciados de la costa andaluza.
Las cuatro almadrabas gaditanas, que cada año pescan unos 5.000 atunes rojos en su paso por aguas del Estrecho con un artesanal sistema de más de tres mil años de historia, se han convertido así en un punto de atención para el turismo.
Por ello, el buque almadrabero Francisco Varo sale cada día, pero no en busca de atunes -como hace medio siglo- sino con medio centenar de turistas, que se acercan a este arte de pesca por paisajes como los acantilados de Barbate o el cabo Trafalgar, según informa el Patronato Provincial de Turismo de Cádiz.
Además de las "levantás", Zahara de los Atunes, Barbate y Conil de la Frontera celebran en estas fechas ferias y fiestas gastronómicas en torno al atún salvaje, tras un despiece conocido como "ronqueo".
Numerosos restaurantes y cocineros de la zona se afanan por demostrar la versatilidad de sabores y recetas de este pescado, creando tapas y platos que van desde lo más tradicional a lo más innovador, desde clásicos de la zona como el atún encebollado, a atún en salsa de naranja al tataki de atún.
Los pueblos donde se ubican las almadrabas celebran demostraciones culinarias, pasacalles, conferencias, proyección de documentales para festejar esta tradición que arranca con los fenicios en la costa gaditana y se mantiene de forma artesanal hasta hoy en día.
El Centro de Interpretación de la Almadraba, en el Puerto de Barbate, también se ofrece como un referente para adentrarse en el mundo de la almadraba, con proyecciones audiovisuales, maquetas, objetos y fotografías, así como una caja escénica que exhibe incluso una animación infográfica.
El Centro de Interpretación, una iniciativa, como la de las rutas en barco, de la Consejería de Agricultura y Pesca para apoyar la diversificación económica del sector, muestra la migración del atún rojo y la privilegiada situación geográfica del Estrecho de Gibraltar como lugar de paso para su pesca.
Un lugar en el que los visitantes pueden acercarse desde a los instrumentos de la almadraba, hasta a sus altos valores nutricionales o a la estrecha relación que existe entre las almadrabas y Japón, uno de principales consumidores de atunes rojos salvajes.
Así las almadrabas potencian y exhiben sus valores mientras ultiman ya su temporada, en la que, como desde hace años, se enfrentan a su supervivencia como pesquerías dadas las restricciones a la captura de atunes rojos impuestas por los organismos internacionales para preservar el futuro de esta codiciada especie.
Este año las almadrabas tienen asignada una cuota de 630 toneladas, que consideran insuficiente y aún esperan incrementar con la compra de derechos de pesca a terceros países o adquisiciones del fondo de maniobra, como ya ocurriera en temporadas anteriores, siempre defendiendo que son un sistema de pesca sostenible.
Las almadrabas defienden así su tradicional sistema de captura, uno de los más antiguos del mundo, y que consiste en establecer a unos tres kilómetros de la costa una línea de redes con unos 34 metros de fondo.
En sus migraciones por aguas del Estrecho, entre los meses de julio y agosto, los atunes quedan atrapados en estas líneas de redes.
Para su captura, las embarcaciones rodean las redes hasta hacer llegar los atunes al denominado colador, única parte que tiene fondo. Los pescadores echan entonces una red, que luego van levantando hacia la superficie para seleccionar los ejemplares que por su tamaño y su peso están listos para convertirse en uno de los manjares más apreciados de la costa andaluza.
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