¿Cual es la grieta que sumerge en la tensión, la vigilancia cuidadosa, la angustia, el dolor y el silencio temeroso a la familia muy solvente, con una casa de ensueño, que componen una arquitecta y un médico, con dos hijas, una bailarina, y la otra, que vive fuera, con marido y suegra franceses, que acaba de tener un hijo…?
¿Cual es la razón de los ingresos hospitalarios de la madre, de sus llamadas de teléfono a un tal Elvis – siempre disponible, que la reconforta y tranquiliza – de sus rigurosas rutinas que debe seguir al pie de la letra, de sus reuniones casi diarias con personas en su misma situación y de su medicación impostergable, cual es la explicación de su comportamiento tan desabrido hacia quienes la cuidan lo mejor que saben y pueden?
¿Cual es la causa que provocó que esa persona estuviera tan inconsciente que sólo una intervención rápida y providencial, pudo evitar una desgracia, la de que, ante un susto inesperado, estuvo a punto de causar una pérdida irreversible, cual la que hace que una enamorada de la danza, con mucho talento, desatienda sus ensayos por mor de ineludibles, al menos para ella, deberes filiales?
La grieta, la razón y la causa de tal infelicidad es el alcoholismo persistente de una mujer madura, que por él sale y entra de clínicas, acude regularmente a encuentros, ha abandonado su agenda, relaciones y proyectos de trabajo, que por él, por su adicción y abstinencias temporales que siempre promete que serán definitivas, está inmersa en la amargura, en el engaño, en la trampa, en el desaire afectivo hacia aquell@s, sobre tod@s su hija, que tanto la cuidan y se desvelan por ella.
Víctima y verdugo, enferma y cómplice, la sospecha y la oscuridad la persiguen y persiguen a l@s suy@s en una convivencia llena de aristas y conflictos. Reivindicando su autonomía, pero obligatoriamente dependiente, deberá aprender a salir de ese pozo asumiendo todas las consecuencias paso a paso y también el daño que su mal ha provocado, no sólo a sí misma, sino a sus personas queridas a quienes ha tratado tan injustamente.
Producción española, fechada en el año en curso, de 82 minutos de intenso metraje. La fotografía con talento Pau Castejón y la escribe, junto a Pep Garrido, y la dirige, en su primera incursión en el largometraje, el director de fotografía y cineasta Aitor Echevarría, cosecha del 77. Destacar en su reparto a las excelentes Emma Suárez y Natalia de Molina, muy bien secundadas por Darío Grandinetti.
Una ópera prima sabia, emocionante, compleja, doliente, lúcida y madura que no deberían perderse.
Escrito queda.