La segunda jornada del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se celebra en la Catedral de Sevilla, ha estado marcada por profundas reflexiones sobre la misión, el arte y el impacto social de las hermandades. La sesión matinal comenzó con la ponencia del cardenal Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, quien destacó la importancia de las hermandades como “casa y escuela de vida cristiana”.
El cardenal Farrell describió a las hermandades como espacios de acogida y comunión, subrayando que deben ser refugios contra el individualismo de la sociedad contemporánea. Además, insistió en su rol como lugares de formación en la fe, especialmente en un tiempo donde muchas personas no reciben instrucción cristiana ni en la familia ni en otras instituciones eclesiales. El ponente también señaló la necesidad de un espíritu sinodal en estas asociaciones, promoviendo la escucha activa, la participación de todos los miembros y la toma de decisiones en común.
A continuación, se celebró una mesa redonda sobre “Arte y Estética”, moderada por el catedrático José Roda, quien destacó el arte sacro como un camino hacia lo trascendente. En esta línea, Antonio Joaquín Santos, especialista en orfebrería, ofreció una ponencia sobre la platería andaluza y su relación con la devoción a la Virgen María y el Santísimo Sacramento. Santos subrayó cómo el empleo de materiales preciosos en relicarios y ajuares marianos ha simbolizado durante siglos la conexión con lo divino.
Por su parte, Araceli Montero, del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, abordó el reto de la conservación del patrimonio religioso, definiéndolo como un patrimonio “vivo y en culto activo”. Montero enfatizó la importancia de estrategias preventivas y la participación de los custodios en los procesos de restauración para garantizar la sostenibilidad de estas obras.
Juan Jesús López-Guadalupe, profesor de la Universidad de Granada, profundizó en la función de las imágenes procesionales como herramientas pedagógicas y de cohesión social. Destacó que estas imágenes, con su monumentalidad y naturalismo, no solo fomentan la devoción, sino que también construyen identidad comunitaria, conectando lo humano y lo trascendente.
La mesa concluyó con Francisco Montes, quien analizó los intercambios devocionales entre Andalucía e Iberoamérica. Montes destacó el caso paradigmático de la Virgen de la Antigua, venerada a ambos lados del Atlántico, como un ejemplo de cómo la devoción popular ha cruzado fronteras, enriqueciéndose mutuamente entre culturas.
En rueda de prensa, Monseñor Edgar Peña destacó la relevancia del congreso y felicitó a la organización por su labor. Reconoció a las hermandades como “grandes transmisoras de la fe” en una sociedad cada vez más secularizada, poniendo en valor su capacidad para evangelizar a través de la devoción popular.
La jornada, rica en contenido y testimonios, refuerza el papel de las hermandades no solo como custodias del patrimonio material e inmaterial, sino también como agentes vivos de la fe y la tradición. El congreso continúa consolidándose como un espacio de reflexión sobre el pasado, presente y futuro de estas corporaciones.