No tiene la literatura de la Semana Santa ni la de la Feria de Abril, ni la Universidad Hispalense ha realizado sobre ella los mismos estudios de impacto económico generado en la ciudad que para las dos fiestas primaverales, pero la serie histórica sobre el paro muestra que en el mes de la Navidad (diciembre) se ha reducido más veces en Sevilla el número de parados que en los meses de marzo, abril y mayo, cuando se han celebrado la Semana Santa y la Feria por separado. Sólo cuando éstas han coincidido en parte o en todo en abril se equiparan en reducción del número de desempleados a la celebración del nacimiento de Cristo.
En los años de la serie histórica sobre paro registrado y contratos laborales que ha sido posible analizar (faltan 2006, por error en el Servicio Estatal de empleo al confundir Sevilla con Segovia; 2008, porque aunque hay datos, el estallido de la crisis financiera en septiembre y su inmediato efecto en la Navidad desvirtuaría el análisis, dado que entonces las fiestas primaverales no sufrieron las consecuencias; 2020 y 2021 al no haberse celebrado ni la Semana Santa ni la Feria de Abril por causa de la pandemia del Covid 19 o coronavirus), se observa que ha habido cinco años en que el número de parados se redujo más en el mes de la Navidad (diciembre) que en los meses en que se celebró la Semana Santa o la Feria de Abril.
En concreto, los años en que la Navidad contribuyó más que las fiestas primaverales a la bajada del paro en Sevilla fueron 2010, 2012, 2013, 2014 y 2016.
Los años, ya fuera en marzo o en abril, en que por sí sola la Semana Santa tuvo mayor impacto en la caída del número de desempleados que la Navidad fueron tres, dos menos que esta última: 2011, 2019 y 2022.
Por su parte, la Feria de Abril sólo superó en impacto en la reducción del número de desocupados a la Navidad en dos años: 2017 y 2024.
Y los años en que por coincidir en parte o totalmente en el mismo mes (abril) la Semana Santa y la Feria conjuntamente superaron a la Navidad en contribución a la reducción del desempleo fueron cinco: 2007, 2009, 2015, 2018 y 2023.
Se aprecia que en los balances bilaterales de contribución a la caída del paro entre la Navidad y la Semana Santa y la Feria, tanto por separado como conjuntamente estas dos últimas, el saldo es superior en la fiesta navideña.
Cabe preguntarse si la mayor caída del paro en diciembre que en los meses de las fiestas primaverales es consecuencia de una mayor actividad económica (que demanda mano de obra) generada por el consumo interno o si viene impulsada también en buena parte por la afluencia de turistas a Sevilla, atraídos por el programa de las fiestas navideñas.
Ya vimos en un trabajo anterior, ‘La Navidad de Vigo frente a la de Sevilla: el triunfo de la estrategia a largo plazo’, cómo la ciudad gallega acabó consiguiendo lo que pretendió Zoido y no pudo, tanto por perder la Alcaldía como por falta de perseverancia de sus sucesores: que la Navidad fuera para Sevilla su imagen de marca u otra de sus imágenes de marca ante España y el mundo además de la Feria y la Semana Santa.
Aun así, las cifras de turistas alojados en los hoteles de Sevilla capital y sus pernoctaciones durante el año 2023 como indicador y a modo de botón de muestra permite ver cómo el número de viajeros alojados en diciembre, el mes de la Navidad, superó al registrado en enero, febrero, julio y noviembre.
Lo más significativo es que las pernoctaciones de turistas extranjeros en el mes de diciembre, aunque son superadas por las del resto de los meses del año salvo enero y febrero, superan a su vez a las realizadas por los viajeros españoles en todos cada uno de los doce meses del año.
En el Concierto de Navidad de 2025 ofrecido por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se ha visto entre los asistentes a turistas extranjeros. Es una pequeña demostración de que la suma de eventos navideños contribuye también a atraer viajeros foráneos a la ciudad y a incrementar la actividad económica, la cual redunda en la creación de empleo y a la reducción del paro.
Los ayuntamientos de ciudades de todo el orbe se han percatado hace tiempo que la Navidad, al margen de su significación religiosa, se ha convertido, por el fomento del consumo, en un motor económico, de ahí la competencia establecida en ver quién planta el árbol más alto, coloca más luces en calles y plazas o inaugura antes el alumbrado.
