La pandemia, hace casi cinco años, obligó a la dirección del hospital de Jerez a habilitar la sala de familiares de la UCI como espacio de ingreso para nuevos pacientes. Sin embargo, superada la crisis del Covid, no la devolvió a su función original, como lugar de descanso para las familias de las personas ingresadas en cuidados intensivos.
Desde entonces, el pasillo de acceso a la UCI, en la primera planta del hospital, se ha reconvertido en improvisada sala de espera, si es que se le puede llamar así. Allí, sin apenas espacio, con una bancada de madera y sillas de plástico como único asiento, descansan, aguardan al médico, comen, vuelven a aguardar y duermen, a la espera de un nuevo día y nuevas noticias sobre la evolución de sus familiares.
“Esto es inhumano y tercermundista”, relata a este periódico una de las familiares que en la tarde de este viernes esperaba al nuevo parte. Ella es de Jerez, tienen cerca la casa y es su hermano quien se queda cada noche en el pasillo, pero no sólo hay pacientes de Jerez, también de la Sierra y de la Janda, que no se pueden apartar, caso de una vecina de Paterna que lleva un mes las 24 horas pendiente de la UCI. “No hay ni siquiera un baño cercano al que poder ir”, denuncian.
En estas fechas la situación se complica, además, a causa del frío. “Por las noches, las enfermeras y los médicos nos traen sábanas y mantas para protegernos”, relatan, “pero es que durante el día hay veces que no nos queda otra que sentarnos en el suelo, porque no hay donde descansar”.
En todo este tiempo ya ha habido quien ha presentado una queja formal a través de la hoja de reclamaciones y, según fuentes del personal sanitario del propio hospital, los mismos médicos han trasladado un escrito a la dirección del hospital para que habiliten un espacio para estas familias: “Que les busquen un espacio físico, porque los hay”, apunta una enfermera del área que, como otros compañeros, se lamentan a diario cuando ven las circunstancias en las que siguen a la espera de noticias de las personas ingresadas.
“Hay quien baja a dormir un rato al coche, ya que aquí es imposible”, señala otra de las familias afectadas. “El otro día le traje a mi sobrina esa butaca para que pudiera echarse y descansar”, añade otra de las personas apuntando a un lado en el que también hay sillas de playa que han incorporado al escaso mobiliario de descanso.
Pero, como recalcan, ya no se trata sólo de la incomodidad, sino de la falta de privacidad para las propias familias cuando los médicos llegan con malas noticias o anuncian un fallecimiento. “Lo que están haciendo con la sanidad publica no tiene nombre. Esto es de vergüenza que tengamos que estar así”, apostilla otra afectada.
Respaldados por los profesionales
El propio personal sanitario ha trasladado un escrito a la dirección del hospital para que se tenga en cuenta la situación de los familiares de enfermos en UCI, sin respuesta hasta ahora.
